N°17 | 𝐌𝐚𝐬 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚

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El ser amado, tan amado, no amado por otras como tu, pero amado, amado por ti con todo el corazón, el ser amado que puede tener poder sobre ti, el ser amado que puede demostrarte cariño, y puede demostrarte que no te quiere. El ser amado, es aquel ser que aunque vengan miles de personas más y se pongan frente a él, nunca dejará de ser eso.

Tu ser amado. La persona que amas.

¿Cómo luchar contra él?

La joven Chicago empacaba sus maletas con lágrimas en los ojos, metiendo la ropa de una a una con calma, pues se había cansado de correr, de apresurarse, la gente también se harta. Metía la ropa deseando no hacerlo, pero deseando no estar sufriendo así, no por su ser amado.

—Te suplico... por última vez... que no te vayas, mi amor, por favor— y el joven Michael, le lloraba de igual forma, le lloraba a la mujer que adoraba para que no se fuera de su lado, con pestañas mojadas y punzadas en el pecho, él, le pedía con todas sus fuerzas, que no lo dejara.

¿Cuándo han visto a un hombre llorar?

Cuando saben que lo han perdido todo.

—Si realmente me querías, debiste haberlo demostrado— ella caminaba del armario a su maleta en repetidas ocasiones, mientras el rizado observaba con dolor puro sentado desde el otro extremo de la cama— Pero preferiste hacerle caso a una mujer que... que quiere verte mal, porque esa es la realidad— Chicago se voltea a verlo seriamente— Tu ex esposa sabía muy bien lo que te decía, solo quería vernos mal, verte mal, y lo logró.

—Basta...

—Me hiciste a un lado, la escuchaste a ella— el corazón de la rubia se partía en mil pedazos— No se, quizás no soy tan interesante como Lisa, pero no podrías haberte preocupado menos por mi, por alguien que te amó más que ella.

—Chicago, vamos, se que estuve mal, pero necesito que me perdones, ¡mírame!, estoy siendo honesto, lo siento mucho— Michael se pone de pie y la encara de frente, se sentía frío.

—No me pidas perdón si sabias lo que esto me iba a doler e igual lo hiciste— Chio suspira con nostalgia— Estuvimos ignorando los problemas solo para sostener lo que teníamos, perdóname por no seguir aguantando lo que me hace daño, ya no puedo más— continuó empacando sus maletas.

—¡¿Podrías dejar esto de una maldita vez?!— Michael se enoja y golpea la maleta con su mano, haciendo que la ropa caiga un poco y que la rubia se espante— No, no vas a dejarme solamente así.

Entonces, él la toma de los brazos y la besa, pensando que iba a solucionar algo, quizás a calmar su dolor, pero no se podía, algo había muerto dentro de Chicago, quién se quedó pasmada ante el beso, pues el roce de sus labios eran suaves, delicados, le recordó al primer beso que se dieron, un beso lleno de confusión, tal vez de amor pero más de confusión, todo en ella retumbaba cuando Michael la tocaba, él tenía un imán que hacía vibrar a su corazón solo con verle. Ahora, ese imán está fallando.

—No vuelvas a hacer eso— Chicago se aleja segundos después sin respiración— Ya no puedes.

—Aún usas el anillo de compromiso— Michael señala su dedo anular— Dime que podemos solucionarlo, tenemos que solucionarlo, prometo que mejoraré, que seré el hombre que te mereces, mírate, eres una reina, mi amor— la abraza contra su voluntad— Ya te has vengado también de mi, con el asunto del bebé, pero no me interesa, en lo absoluto, podemos empezar otra vez— Chicago lo empuja lejos estando disgustada— Por favor...

—Ya me tienes harta, es suficiente— ella cierra sus maletas rápidamente, las lágrimas vuelven a resbalar por sus mejillas, el boleto de avión de regreso a su casa estaba en su bolso, solo tenía que salir de aquí, tenía que evitar todas las palabras del rizado.

𝐂𝐇𝐈𝐂𝐀𝐆𝐎 | Michael Jackson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora