-Olivia, tu pelo está ardiendo de nuevo -dijo Brandon tan solo unos segundos antes de que el sistema contra incendios se activara para intentar apagar mi pelo, aunque sin éxito como era habitual.
Yo me centré en apagar mi pelo antes de que los aspersores inundaran toda la sala, pues no sería la primera vez que pasaría.
Apenas hubo tiempo de que la alarma se apagara antes de que mi profesora de entrenamiento y control de elementos, la señorita Adams, una mujer no muy alta aunque en muy buena forma, comenzara a gritar con su potente voz mientras entraba por la puerta como lo hacía siempre, aunque esta vez con una razón comprensible.
- ¡¿Qué ha pasado?! -su voz retumbó por toda la habitación provocando que el balón que sostenía cayera de mis manos al igual que el de un par de chicos más, rodando hasta chocar contra la pared más cercana.
-Lo siento -respondí avergonzada-, suele pasarme cuando me concentro demasiado.
-Oh, está bien Olivia, no importa, pero ten más cuidado la próxima vez- volvió a gritar ella de manera involuntaria.
El hecho de que hiciera saltar las alarmas le importaba mucho más de lo que aparentaba, pero en las últimas semanas se había convertido en algo tan habitual que supuse que no merecía la pena seguir discutiendo.
-Sí, señorita Adams -susurré al mismo tiempo que las miradas cesaban para volver a concentrase en sus respectivos ejercicios, pues en realidad si mi pelo ardía o no, no era algo que yo pudiera controlar todo el tiempo.
Finalmente el ruido del sistema contra incendios cesó, dejándonos a todos mojados, a excepción de Brandon y un par de personas más qué, como él, podían controlar el agua.
Yo atraje el balón hacia mí al mismo tiempo que Brandon se acercaba y empezaba a secarme absorbiendo el agua que me cubría.
-Puedo secarme yo sola -repliqué una vez el balón llegó a mis manos, dándome la vuelta para mirarle directamente, pero él ya estaba a tan solo unos centímetros de mí.
-Lo sé, pero yo lo hago mejor -contestó con una sonrisa burlona, obteniendo las últimas gotas de agua que mojaban mi piel, pasando sus dedos por mi rostro, provocando que los nervios recorrieran mi cuerpo.
Hacía ya tres meses que habíamos cortado, pero yo aún le seguía queriendo, y él lo sabía. Pero no me importaba que lo supiese, yo sabía qué él sentía lo mismo respecto a mí, pero eso solo provocaba que la situación fuera incluso más complicada.
-No importa -susurré yo también con una sonrisa, o lo más parecido a una que pude, intentando apartar mis nervios e ideas, casi necesidad, de que sus dedos volvieran a tocarme.
En el momento en el que empecé a hacer girar el balón para secarlo, él no pudo contener una pequeña risa con la que poder cambiar de tema.
- ¿Ya vas a empezar a jugar con tu telequinesis? Solo es primera hora -dijo Brandon con una media sonrisa.
-Técnicamente es séptima hora -corregí.
-El hecho de tener clase en dos institutos diferentes en un mismo día no ayuda demasiado a apoyar mi argumento -respondió riendo-. ¿Sabes?, Me sorprende que nunca te hayan pasado cosas como estas en Seattle -comentó cruzándose de brazos mientras alzaba su cabeza para señalar mi pelo.
-Las clases de Seattle no requieren tanta presión. Lo peor son los exámenes de historia, pero nada tan malo como para prenderle fuego al instituto.
- ¿Los exámenes de historia?
- ¿No te lo dije? Mi profesor ha decidido que los métodos tradicionales son inútiles y en su lugar hace exámenes de cuatro o cinco temas más diversos libros de lectura y exposiciones y documentales vistos en clase -expliqué.
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La Joya de los Elementos
FantasyLa vida solía ser fácil. Sólo tenía que preocuparme por la animación, por el instituto. Mis mayores problemas eran las noches a solas en Seattle y en ocasiones los proyectos escolares. ¿Mis pensamientos? Mis pensamientos eran sobre fiestas, sobre ch...