Capítulo 23

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-Eric, ¿pasa algo? -preguntó Emma, acercándose un poco más a él.

Ella también comenzó a verse algo preocupada al ver la expresión de Eric.

Él esperó a que Melissa, Jordan y Ben Herren pasaran por nuestro lado para volver a sus cabañas antes de contestar.

-Han entrado en el ayuntamiento -comentó bajando su voz inconscientemente.

Nosotros no sabíamos qué contestar. Era cuestión de tiempo que aquello sucediera, pero el golpe que sentíamos en nuestro interior era cada vez más fuerte cuando las teorías se hacían reales.

-Tenías razón -añadió cruzando su mirada con la mía-. Al menos eso cree la policía, que van tras las joyas de los elementos y la verdad.

Por una parte me sentí bien al saber que había acertado en aquello pero aquella sensación desapareció casi de inmediato.

Durante siglos las joyas habían estado guardadas y su único uso había sido decorar los museos y servir como referencia para explicar la historia.

Las joyas pueden ser peligrosas si se usan a la ligera, las habilidades que proporciona cualquiera de las tres son demasiado peligrosas y el tan solo pensar en las consecuencias que habían dejado las guerras que se habían producido en el pasado debido al intento de poseerlas aterraba.

-Pero, ¿no hay otra teoría de lo que pueden querer? -preguntó Vanessa. A pesar de su usual aspecto de despreocupada incluso ella lucía algo alterada en aquel momento-. Quiero decir, parte del ayuntamiento es un museo, hay muchas cosas que podrían querer.

Eric negó soltando un suspiro de resignación antes de responder.

-Tal vez, pero he estado hablando con mi hermana y con mi primo y los tres coincidimos en que ahora que se ha confirmado que robaron los planos para entrar, las joyas es lo que tiene más valor y lo que está mejor protegido. Si no se han llevado nada es porque buscan algo en concreto así que pensar qué buscan las joyas es lo más lógico.

-Pero si no se han llevado nada, aún hay tiempo para que añadan más métodos de seguridad o lo que haga falta para impedir que vuelvan a entrar -comentó Emma intentando sonar esperanzada.

Una vez más mi mirada se encontró con la de Eric, y más tarde también con la de Brandon. Los tres estábamos pensando lo mismo. Más seguridad no serviría demasiado. Ya habían entrado dos veces, si querían podían hacerlo una tercera.

-No creo que sea tan fácil, Emma -comenzó a decir Brandon-. Puede que retrasen un poco a los rebeldes pero si quieren entrar de nuevo y robar algo van a terminar consiguiéndolo, estoy seguro.

Intenté recordar todas las clases de historia que había tenido en mi vida. Tal vez las razones por las que las joyas fueron robadas en el pasado podían repetirse.

Recordé al señor Brown hablándonos de la primera guerra elemental en el siglo IV antes del Hécavia. Utilizamos esa fecha porque desde el día bautizado como Hécavia, las joyas aparecieron en el mundo ordinario y gracias a ello no solo las personas que vivían en el mundo elemental poseen habilidades.

El mundo era un caos por aquel entonces. Un grupo de la civilización de los Ílneas las robaron únicamente por poder, por causar el miedo, pero no para darle ningún uso.

Ya había contemplado aquella posibilidad pero a medida que avanzaba el tiempo esa idea me parecía menos probable. Hay formas más sencillas e igual de eficaces para aterrar a la gente.

La segunda fue la peor de las cuatro guerras. Sin embargo, las joyas no influyeron salvo para ser trasladadas de un lugar a otro y ponerlas a salvo, aunque lo único que se consiguió con tanto transporte fue la desaparición de la joya de la inmortalidad.

La Joya de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora