Mirar al suelo del pasillo era como mirar al vacío. Más allá del marco de la puerta de mi dormitorio solo unos inmensos bloques de roca separados entre sí comunicaban el acceso entre las habitaciones de la planta. ¿Respecto a las escaleras a las que tenía que llegar para bajar? También habían desaparecido pero supuse que debían encontrarse en el lugar donde el extraño vacío adquiría un tono más oscuro.
Debí haber supuesto que Cody estaría jugando con sus ilusiones ópticas. Siempre lo hacía cuando estaban allí sus amigos. Les encantaba fingir que estaban de aventuras y no había ni un solo día en el que quedaran que no se inventaran una nueva historia a la que mi hermano pudiera darle un escenario. Tenía que reconocer que había mejorado mucho con su habilidad, lo que proyectaba parecía más real cada día.
Si mi hermano y sus amigos estaban en la planta de arriba mis padres debían estar abajo. Mis padres. Los había estado evitando toda la mañana, o al menos lo había intentado, y hasta ese momento me había ido muy bien. Todavía no me habían dicho nada de Grace y yo no había sacado mucho el tema, solamente un par de veces desde el martes cuando les pregunté por primera vez, pero ahora que se había producido un robo en el ayuntamiento evitar el asunto no me parecía una buena opción.
Bajé a la planta baja elevando mi cuerpo con la telequinesis. Conocía mi casa a la perfección como para caminar por lo que a mis ojos les parecía un inmenso vacío pero no me fiaba del todo de que Cody hubiese hecho bien la separación entre vacío y rocas y no iba a arriesgarme a que sus amigos me vieran bajando las escaleras como tonta al no saber dónde comenzaban. Tenía una reputación de hermana mayor que mantener.
Al llegar al final de las escaleras comprobé que mis padres estaban sentados en el sofá viendo alguna película en la televisión. No la reconocí de inmediato pero no tardé mucho en darme cuenta de que había sido mi madre quien la había elegido. Mi padre no era un gran partidario de las películas románticas, en eso me parecía a él, pero sabía que no le importaba verlas con mi madre. Más de una vez me había dicho que para él lo más importante era pasar tiempo con ella, especialmente los días en los que terminaba agotado por el trabajo. Dudo que lo admita en voz alta algún día, pero, a pesar de las discrepancias que podía tener respecto al matrimonio sí que me gustaría llegar a algo así cuando sea mayor.
Dado que Emma y Vanessa me habían dicho que ya iban en dirección a mi casa para irnos las tres juntas al festival de xénoma decidí acercarme a mis padres y sentarme entre ellos mientras las esperaba.
- ¿Qué veis? -pregunté a la nada acomodándome en el pequeño espacio entre ambos.
-Noche de otoño -contestó mi madre mirándome para colocarme uno de los mechones sueltos de mi pelo detrás de mi oreja.
Enseguida me reprendí por no haber reconocido la película. A Emma le encantaba, no sabría decir cuántas veces me había obligado a verla con ella.
- ¿Vas a ir así a Seattle? -preguntó mi padre al lado contrario dedicándole una mirada a mi ropa.
-Sí, ¿por? -respondí fijando mi vista en el televisor.
Sabía que a mi padre no le haría demasiada gracia que fuera con lo que él consideraría pocas prendas de ropa pero no me importaba demasiado. El hecho de haberme puesto medias junto a la falda negra seguramente indicaba que llevaría más ropa que la mayoría de la gente.
-Por nada, pero deberías coger una chaqueta. En Seattle hace frío para ir solamente con un sujetador, ¿no crees? -respondió él insinuándome indirectamente que me cambiara de ropa.
-Se llama top papá, y es lo que lleva todo el mundo -corregí atrayendo una chaqueta hacia mí para indicarle que me la pondría luego y que se quedara algo más tranquilo.
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La Joya de los Elementos
FantasyLa vida solía ser fácil. Sólo tenía que preocuparme por la animación, por el instituto. Mis mayores problemas eran las noches a solas en Seattle y en ocasiones los proyectos escolares. ¿Mis pensamientos? Mis pensamientos eran sobre fiestas, sobre ch...