Capítulo 19

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- ¿Tienes los refrescos? -preguntó Brandon a Emma mientras bajábamos por la escaleras a toda prisa hacia la cocina de nuestra casa del campamento.

-Sí, y Eric acaba de llevarse el hielo -contestó ella cerrando la nevera.

Los profesores nos habían mandado a la cama hacía una hora pero habíamos decidido que dormir no se ajustaba demasiado bien al concepto de diversión que teníamos del campamento.
Colarse en la piscina y hacer una fiesta, por el contrario, se parecía mucho más a ese concepto a nuestro parecer.

Brandon había tenido la idea aquella mañana, cuando lo pusieron en el grupo de Noah para las actividades por el bosque que habíamos realizado ese día.

Dos días en el campamento habían servido para que los miembros de los dos institutos no se enzarzaran en una pelea cada vez que se veían, lo cual parecía un progreso pero la tensión no había desaparecido del todo.

Brandon ofreció a Noah organizar una pequeña fiesta con unas veinte personas con gente de los dos institutos. Una fiesta parecía la mejor forma de entablar conversaciones como personas normales y el saber que desobedeceríamos a los profesores, aunque estuviera mal, nos uniría de alguna forma. La rebelión siempre es una de las mejores maneras de comenzar una amistad con un adolescente.

- ¡Vamos! -nos apremió Emma agarrando bien la bolsa de las bebidas-. Voy alcanzando a Eric, cerrad la puerta cuando salgáis.

Tras decir aquello nos dejó a Brandon y a mí solos en la casa, terminando de recoger los cables para conectar los teléfonos a los altavoces y poner algo de música.

- ¿Lo tienes todo? -me preguntó Brandon cuando me alejé de la mesa donde habíamos dejado los cables.

Yo asentí y nos dirigimos a la puerta. La cerré detrás de mí y un segundo después, todo comenzó a dar vueltas mientras mi vista se volvía borrosa.

De repente sentí como mi respiración comenzaba a acelerarse sin motivo alguno y mi mente comenzó a alejarse cada vez más de la realidad que me rodeaba.

Los pocos pensamientos que aún me acechaban solo deseaban que aquello terminara.

Reconocí cómo mi cuerpo quedaba secundado por los nervios y como estos aumentaban incontrolablemente. El ritmo al que mi corazón palpitaba se había disparado completamente y solo el latir que este producía en mi interior resonaba en mis oídos como el eco, enmudeciendo cualquier otro sonido.

Lo único que fui capaz de ver por unos segundos fue una luz blanca y cegadora que hubiese molestado a los ojos de cualquiera que la tuviera de frente. Mis ojos escocieron un poco al contemplarla.

Tras unos segundos la blanca luz disminuyó, y aunque todo lo demás estaba borroso pude reconocer que me encontraba en un oscuro escenario. Pronto, el fuerte sonido de unos tacones resonando contra madera se unió al de los latidos de mi corazón y los nervios se mezclaron con otra sensación. ¿Era alegría? No, aquello era mucho más que alegría, mucho más que felicidad. Era euforia. Euforia a un nivel que nunca antes había experimentado, o tal vez sí, pero no con una sensación de nervios tan fuerte presente.

En el momento en que mi mano derecha percibió el frío tacto de algún objeto metálico que era incapaz de reconocer el trance terminó mientras mi respiración volvía a su ritmo habitual costosamente.

Me encontré a mí misma aferrándome al marco de la puerta y supuse que habría realizado el acto de forma inconsciente para intentar no desvanecerme en el suelo.

Como de costumbre una gran sensación de mareo me inundó produciendo que el dolor de cabeza se volviera insoportable por unos instantes.

Enseguida noté que los brazos de Brandon me ayudaban a llegar hacia el suelo para quedar sentada en la entrada mientras mi espalda se deslizaba lentamente por la puerta con el objetivo de llegar a él.

La Joya de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora