¿El problema de las primeras horas de clase? Los profesores exigen una puntualidad que a menudo ellos no tienen.
Sentada en mi mesa de laboratorio esperando a que mi profesor de química apareciera me dediqué a jugar un poco con un bolígrafo y mi telequinesis mientras Emma se dignaba a presentarse. Había ido a recoger su pelo pues el señor Bicks no nos dejaba llevarlo suelto, no desde que Michelle Lacey se hubo quemado parte del suyo el año pasado.
Sabía que no debería jugar con la telequinesis en Seattle pero la gente estaba demasiado concentrada en organizar su material o en sus conversaciones como para notarlo. Además, el señor Bicks decía que aquella clase no solo consistía en teoría, también en experimentos prácticos y eso estaba haciendo yo, un experimento. ¿Cuántas vueltas perfectas podía darle al bolígrafo con la telequinesis haciendo que pareciera un acto natural? Tal vez no era muy buen experimento pero sentía que la falta de sueño y el aburrimiento me consumían privándome de mi imaginación.
Sin separar mi vista del bolígrafo que se elevaba en el aire oí como alguien se acercaba a mí hasta que quedó en mi campo de visión, provocando que agarrara el bolígrafo en mi mano para mirarle.
-Buenos reflejos -comentó Ethan sonriendo a modo de saludo al ver la rapidez con la que había agarrado el bolígrafo.
-Hola -contesté devolviéndole la sonrisa contemplando como él me imitaba y se sentaba en la mesa que quedaba enfrente de mí-. ¿Cómo llevas el libro? -pregunté intentando sacar tema de conversación.
-Me dijiste que viera primero la película, ¿cómo estás tan segura de que ya la he visto? -interrogó él alzando una ceja.
- ¿Acaso no lo has hecho? -cuestioné con total seguridad en mi voz.
En las próximas dos semanas apenas teníamos exámenes y el día anterior no nos habían mandado muchos deberes, solo unos pocos de matemáticas y español. Estaba convencida de que había sacado algún hueco.
-Casi de inmediato una vez llegué a casa -confesó riendo un poco -. Aunque el libro no lo he empezado todavía, supongo que comenzaré esta tarde. Entiendo por qué es un clásico. La evolución de Jack es... no aterradora, en realidad no da miedo pero es interesante. No sé por qué no la había visto antes -comentó bajándose de la mesa para quedar de pie nuevamente.
-Fácil, la gente asume que las películas de terror dan miedo cuando en realidad no lo dan. Pasa con la mayoría de ellas -dije mirándole mientras me encogía de hombros-. Me alegra que te haya gustado, el libro te encantará.
-Seguro que sí. En realidad no era eso lo que había venido a decirte -dijo él apartando su mirada unos segundo para dirigirla a la ventana y jugar un poco con la correa de su reloj.
En los últimos días había notado que Ethan era bastante inquieto, apenas podía quedarse quieto más de unos minutos, pero aquel día parecía moverse más de lo normal, ¿estaba nervioso?
-Yo... -comenzó Ethan rascando levemente su nuca-. Ya te dije el sábado que de vez en cuando jugaba al tenis. En realidad estoy en un club y a partir de hoy durante los próximos treinta días hay varias actividades y, pues, nos han pedido que llevemos a un par de personas. Estaba pensando que, si quieres, podrías acompañarme mañana y después podríamos ir a tomar algo o... no lo sé, ir al cine o algo por el estilo. Pero solo si quieres, claro.
Una cita. Por supuesto que me estaba pidiendo una cita. Si las cosas hubiesen sido de otra forma quien sabe si no se la hubiese pedido yo con el tiempo, pero la palabra cita atraía a mi mente una complicación. Brandon. ¿Cómo salir con alguien aún si te gusta si ya estás enamorada de otra persona?
Aparté la idea de mi cabeza. Tenía que olvidarme de él, ni siquiera por mi bien sino por el suyo. No me hacía mucha gracia decir que sí pero enseguida recordé la promesa que le había hecho a Emma y Vanessa el día anterior. Podía manejar una cita. Siendo completamente honesta, Ethan poseía cierto atractivo, pero era mucho más que físico. Ya desde un principio, en las comidas de los sábados, Ethan me había parecido amable, atento e incluso divertido en ocasiones y en los últimos días había descubierto que teníamos varias cosas en común. No estaba obligada a salir con él, solo era una cita. Sin compromisos. Podía con ello. Además, ¿cómo decirle qué no? Su nerviosismo no desprendía más que ternura.
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La Joya de los Elementos
FantasiLa vida solía ser fácil. Sólo tenía que preocuparme por la animación, por el instituto. Mis mayores problemas eran las noches a solas en Seattle y en ocasiones los proyectos escolares. ¿Mis pensamientos? Mis pensamientos eran sobre fiestas, sobre ch...