La Joya de los Elementos

Capítulo 7

Había decidido que el único collar que llevaría sería el de mi piedra vorvoe. Puede que fuera algo característico de la época pero los collares largos nunca me habían gustado. 

Lo mismo ocurría con la cinta del pelo. En su lugar llevaba un pasador de perlas que combinaba con mis pendientes y las pulseras que llevaba. 

Por su parte, Emma había insistido en que si me iba a saltar parte de la moda de la época, al menos debería llevar guantes y una boa. Ni siquiera dudé antes de aceptar la blanca boa, me gustaba la idea, pero los guantes no me convencían. Al final no me quedó otra que cogerlos si quería que Emma me dejara salir.

Le había pedido ayuda pues a pesar de que mi pelo poseía un ondulado natural quería remarcarlo un poco más con el rizador. Aquello era una cita y quería ir lo mejor posible.

Normalmente no me hubiese arreglado tanto para una primera cita, pero ya que se me presentaba la oportunidad quería destacar. Esa era una de las razones por las que le había preguntado a la hermana de Ethan en el instituto como iría él vestido, para ir del mismo color. Ethan no me lo había dicho literalmente pero sabía que ese tipo de fiestas no le gustaba demasiado, y que aun así estaba obligado a ser amable con todo el mundo porque de ello iban a depender muchos contratos que sus padres pudieran firmar después, Me había propuesto ayudarle, y hacerle destacar provocaría una buena primera impresión.

Lo que más me había costado era convencer a Ethan para quedar en su casa y que no fuera a recogerme. Había insistido tanto en ir a buscarme que por un momento llegué a pensar que no conseguiría que se olvidara de la idea. Si no hubiese sido por Hannah seguramente todavía estuviésemos discutiendo por el tema.

Sus padres tenían que estar antes en el lugar de la fiesta y al no tener todavía los dieciséis años era Ethan quien se tenía que encargar de llevar a su hermana a la fiesta, y Hannah se negaba a venir a mi casa para después volver, le parecía una pérdida de tiempo y a mí también, por lo que Ethan terminó accediendo a quedar en su casa.

No había estado realmente nerviosa hasta que me presenté en la casa de Ethan y toqué al timbre. Tenía la esperanza de que fuera Ethan el que abriera pero en su lugar, la persona a la que vi tras la puerta fue a Hannah, que llevaba su pelo suelto decorado por una diadema de plumas negras como el resto de su conjunto. Sus medias, a diferencias de las mías de encaje eran lisas, pero su vestido de tirantes se ajustaba a todo su cuerpo marcando cada curva tal y como hacía el mío. Creo que ambas íbamos con la idea de destacar.

-Liv, estás genial -dijo ella sonriendo mientras abría la puerta completamente-. Seguro que mi hermano se pone al verte, el azul oscuro te sienta muy bien -añadió divertida.

Yo no pude evitar reír un poco al escucharla. Su voz detonaba tanta confianza que no había manera de negárselo.

-Gracias. Tú también. El negro te favorece mucho -contesté amablemente observando cómo los flecos de su vestido caían hasta solo unos centímetros más del largo del mismo.

No estaba segura pero tenía la impresión de que yo no era la única que quería impresionar a alguien.

-Mi hermano baja en seguida. Entre tú y yo, ha pasado al menos diez minutos decidiendo que corbata ponerse -comentó rodando los ojos-. Es desesperante. Por favor dile que es perfecta aunque sea la más fea del mundo, no quiero pasarme aquí toda la noche.

-No te preocupes, yo tampoco quiero quedarme aquí -aseguré.

Nunca me había fijado, pero el parecido entre Ethan y su hermana era asombroso. Ambos tenían los mismos ojos color avellana, aunque tal vez Hannah tuviera un poco más de verde en ellos, y el pelo de ambos era de un castaño tan claro que estaba convencida de que cuando eran más pequeños habían sido rubios.