MARXEL
Sentí el latido de mi corazón desbocado en la garganta mientras observaba el chip entre mis dedos temblorosos y llenos de sangre.
Tragué saliva y deslicé los dedos hacia el receptor en mi oído.
—Victor, necesito que me transmitas toda información de la autopsia de mi padre —solté—. Averigua si el vivem que tenía en su muñeca era suyo.
—Entendido —respondió Victor al otro lado de la línea. No me moví de mi lugar hasta que la voz de él volvió a retumbar en mi oído—. Según la fecha, tu padre llevaba puesto su propio vivem aunque fue renovado recientemente.
Si su vivem fue renovado, significaba que lo había reportado como robado y Tec Life se encargaba de aportarle un vivem nuevo con los mismos datos personales y su acceso a todas sus pertenencias, pero las memorias no podían recuperarse.
—¿Cuándo fue renovado?
—Solicitó la renovación el mismo día que desapareciste —respondió Victor.
Eso quería decir que necesitaba proteger algo. Miré hacia el chip en mi mano, tan pequeño que podía escaparse libremente de mis dedos.
O probablemente quería darme un mensaje.
Me pregunté que habría dentro de sus memorias, pero no podía pedirle a Victor que accediera a los recuerdos de mi padre. No, aquella información era demasiada transcendental y aunque Victor había demostrado realizar un trabajo excepcional no podía confiar en aquel joven. Tampoco había sido capaz de encontrar algo relevante en los vivem de los traidores.
Estaba completamente seguro de porqué mi padre había escondido todas sus memorias dentro de aquella fotografía. Mi padre tenía miedo de la ladrona, tenía miedo de que algún día se apoderara de su identidad. Y tenía bastante razón para tener miedo.
***
La luces de la planta baja parpadearon mientras me adentraba al pasillo oculto que conducía a las celdas de los traidores.
Victor me dio un saludo con demasiada devoción. Se encontraba apoyado sobre la mesa de su trabajo. No recordaba la última vez que el pobre se había tomado el descanso, tenía ojeras alrededor de sus ojos. De verdad se había tomado bastante en serio la amenaza sobre traicionar su lealtad a Prakva cuando le apunté con mi arma.
Tampoco podía juzgar demasiado su aspecto. No sabía la última vez que yo había dormido de verdad. Tampoco tenía la cuenta de las horas que podía tomarme el privilegio de descansar sabiendo que había demasiado que hacer, demasiado por lidiar.
Estaba seguro de que tenía unas terribles ojeras también, que mi forma de caminar tan rígida era porque me dolían los músculos de la espalda, y que había perdido la mayor parte de mi apetito. Todavía no se me notaba la pérdida de peso, pero probablemente los efectos me darían cara en un par de semanas.
—¿Tienes algo para mí?
Victor alzó sus ojos y aunque intentó con todas sus fuerzas no mostrar sus fisonomías de decepción yo ya conocía la respuesta.
—Sigue trabajando —dije palmeando su hombro y avancé hacia la siguiente puerta sintiéndolo todo. Una avalancha de emociones: decepción, furia, tristeza, me hundía en cada paso que daba, pero no fue hasta que crucé la siguiente habitación y observé los rostros de los traidores cuando todas esas emociones titiraron por mis dedos y la rabia me impulsó a apretar los puños.
Jules alargó la misma expresión de burla al notarme entrar. Seguía encadenado a su silla con las manos detrás de su espalda, pero con una pierna cruzada sobre su regazo, mirándome con una sonrisa de satisfacción.
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Ladrón de Humo| 2
Science FictionDespués de escapar hacia la zona norte, Kara descubrirá que el mundo de los rebeldes no es tan malo como parece y que detrás de todas las decisiones tomadas por los grandes líderes prevalece una historia y muchos secretos enterrados. La Orden está e...