MARXEL
La ola de susurros se extendió por todo el salón de reunión. Desde que había ingresado, los miembros del concejo iniciaron la conversación entre ellos, colmado de quejas y una que otra mención de mi nombre sin modestia.
Me aclaré la garganta provocando que los rostros de los concejeros voltearan la cabeza y concentraran sus miradas sobre mí.
—El día de ayer presentamos una verdadera tragedia —informé—. La Orden atacó un punto de acogimiento de ciudadanos marginales de la zona suroeste. Veinte muertos y cuarenta y cinco con efectos secundarios al gas letal. Este ha sido el primer ataque después de la fugada y sé con razón que volverán a hacerlo. No sabemos si será aún peor, pero lo que está más claro es que debemos crear un plan de contingencia para mitigar el daño. Primero quiero escuchar vuestras propuestas sobre los próximos movimientos, ¿Alguien desea aportar alguna idea?
El silencio arrastró tras mis palabras. Los concejeros se miraron a ver entre así para avistar quién se atrevía a hablar primero.
—¿Nadie? —pregunté—. Entonces supongo que yo daré mi idea.
—Señor Leví —interrumpió la voz de un concejero. Era un señor mayor de lentes, se trataba del concejero Tyrel—. Propongo reforzar el cuartel militar. Hemos perdido a muchas vidas durante la fugada de los participantes de la Orden. Un re-enlistamiento de voluntarios podría ser esencial.
—Por supuesto, el re-enlistamiento lo está llevando a cabo mi mano derecha Will. Se encargará de gestionar los próximos candidatos para las pruebas. También... —musité y alcé la voz—. Propongo que los voluntarios puedan ser tanto candidatos elitistas como marginados, así tendremos una cantidad más grande de soldados para lo que vendrá.
Los murmurios comenzaron a enaltecerse por todo el salón. Sabía que no se lo tomarían tan bien.
Otro hombre se levantó de su asiento en un salto inesperado. Se trataba del concejero Krost.
—Con todo el respecto, señor Leví, el cuartel militar ha sido únicamente para candidatos elitistas. No solo eso, exclusivamente los candidatos de familias de alto rango y que asisten con cartas de recomendación tienen el privilegio de formar parte del cuartel —dijo y sus palabras se llevaron también el asentimiento de otros miembros.
Le lancé una mirada de determinación a Krost.
—Estoy proponiendo ampliar las oportunidades de los candidatos marginados. Estoy seguro de que a los participantes de la Orden no les importará —estuve a punto de decir «una mierda», pero por suerte, mi cerebro reaccionó al instante al recordar que estaba en una reunión de miembros— anotar quién es maginado o elitista. Lo único que harán es apuntarnos con un arma, independiente de quién sea.
El concejero frunció el ceño y apoyó un dedo sobre su papelera.
—Su padre apoyaba esta ley. Los anteriores Leví también la apoyaban. No puede cambiarla solo porque sí. El estatus del cuartel es fundamental, ¿cree que es correcto que cualquier ciudadano pueda ser candidato?
—¿Solo porqué sí? —repuse con evidente molestia—. No es solo porque «sí», concejero. Creo que usted no entiende el significado de lo que implica una guerra. Necesitamos soldados aquí, protegiendo las zonas, y soldados preparados para cuando esos tipos vengan a atacarnos. Soldados para proteger y evacuar a la población. Necesitamos más números contra ellos. Tres naves llenos de traidores huyeron esa noche y por no hablar de otros que han huido antes.
Will me lanzó una mirada desde el otro lado del salón. Krost no portaba ningún rostro de convenio, sino que continuó objetando:
—Las cosas deberían ser planeadas. No puede cambiar una ley que ha sido resguardada por años. Sobre todo, no podemos invertir más dinero del país después de todo ese embrollo de la valla de protección —dijo—. Más soldados conlleva a tener más armamento. Es una inversión muy grande. En especial por todo el robo ocasionado.
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Ladrón de Humo| 2
Fiksi IlmiahDespués de escapar hacia la zona norte, Kara descubrirá que el mundo de los rebeldes no es tan malo como parece y que detrás de todas las decisiones tomadas por los grandes líderes prevalece una historia y muchos secretos enterrados. La Orden está e...