MARXEL
Escuché el toque a la puerta de mi despacho a mis espaldas y sentí el nudo de nervios atravesarme el estómago.
—Adelante —murmuré demasiado bajo, pero fue suficiente para que me escucharan al otro lado. John atravesó la puerta en compañía de Cynthia, cuyo cabello negro y ondulado me recordó a la oscuridad de la noche a la que tanto temía. Llevaba puesto unos pantalones militares negros y una chaqueta de cuero encima. Se le veía demasiado fuera de lo normal, demasiado lejos de la mujer de hace unos años que había visto en fotografías—. Siéntate —ordené.
Sus ojos en ese momento aprovecharon en darle un vistazo a la habitación, intrigada con la decoración de mi despacho.
—Imaginé que sería más grande.
—No hay necesidad de algo más grande —respondí y señalé la silla delante de mi escritorio. Volví a repetir—. Siéntate.
Sus ojos volvieron a recorrer cada detalle del sitio y su mirada me pareció demasiada peligrosa, una persona como ella nunca debería pisar un sitio como este. La primera advertencia de mi padre cuando era niño y ahora estaba incumpliéndola.
«—Cada daño en esta nación está marcada a causa de esos roedores —había dicho él—. Son solo unos ladrones, su naturaleza está descrita»
Los rumores siempre decían que debía tener cuidado con los rebeles, les resultaba demasiado sencillo engañarte.
No podía imaginarme algo peor de Cinthia. Su pasado me resultaba tan escandaloso, la forma tan retorcida de haber engañado hasta el mismo Pam Bennet para poder encontrarse cerca del concejo y mi padre.
No la quería cerca, ni en la Torre, ni en Prakva, pero ahora mismo estaba demasiado desesperado por encontrar una solución a todos mis problemas. Los rebeldes habían llegado como bandeja de oro, como una ofrenda demasiado buena para ser cierta.
¿Una alianza para acabar con Pam Bennett? No era estúpido para pensar que era lo único que ella quería.
Observé como se sentó en aquella silla y cruzó las piernas, notando como colocaba sus manos nerviosas sobre sus muslos, pero su mirada demasiado tranquila y serena. Ella quería algo más, de mí, de Prakva, y estaba pensado sacarlo todo de ella antes de que fuera demasiado tarde.
Una prueba. Por el momento no tenía ni idea de cómo desafiarla, pero tendría que buscar una debilidad.
No me senté en mi asiento, sino que avancé hacia ella y apoyé las manos en la madera del escritorio a mis espaldas, notando su barbilla elevarse cuando encontré su atención en mi rostro. Ahora la tenía más cerca, la tenía delante de mí.
—Te haré una pregunta y espero que seas honesta —mascullé.
—¿Solo una? —inquirió ella mirándome con una pequeña sonrisa de lado.
—¿Porqué aceptaste a traer a la Ladrona de Espejos contigo? —pregunté—. ¿Porqué ella?
Suspiró y echó la espalda hacia atrás, atrayendo sus manos más arriba de sus muslos.
—Esperaba otro tipo de pregunta, pero parece ser lo único que te interesa.
—No te preocupes, serás cuestionada hasta que te canses y no tengas otra opción que contarme la verdad —susurré—. Te recomiendo no jugar conmigo, Cynthia, será aún peor si lo haces.
Su sonrisa decayó un poco y noté como su mirada se encontraba con la de John al fondo de la habitación, quién sujetó el arma a su costado sabiendo exactamente que hacer si ella planeaba realizar cualquier movimiento sospechoso.

ESTÁS LEYENDO
Ladrón de Humo| 2
Ciencia FicciónDespués de escapar hacia la zona norte, Kara descubrirá que el mundo de los rebeldes no es tan malo como parece y que detrás de todas las decisiones tomadas por los grandes líderes prevalece una historia y muchos secretos enterrados. La Orden está e...