Capítulo 15: LA TRAMPA DE MARXEL

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KARA

Un dolor se ensanchó en mi pecho cuando Marxel apartó sus ojos de mí. Su atención ahora se encontraba puesta en Cynthia, quién se veía totalmente confundida mientras hacía un esfuerzo por enderezar sus hombros.

—Entonces tienes una idea de porqué estamos aquí —dijo ella alzando la voz y fue directa al grano, sin rodeos—. Tenemos un enemigo en común. Hemos esperado este momento para atacar la fortaleza y estoy aquí porque deseo unir nuestras fuerzas.

Marxel analizó sus palabras y se mantuvo en silencio unos minutos. Me concentré en la luz de los ventanales que alcanzaba sus facciones, deteniéndome también en su piel blanca y en su mandíbula marcada. Me era incapaz de creer que el hombre delante de mí era el mismo que yo había retenido en el sofá de mi estudio. La pulcritud le sentaba muy bien, quiero decir, demasiado bien. La fineza alzaba la arquitectura de su nariz recta, el resplandor de sus ojos, el contorno de sus labios rosados, sus cejas perceptibles y definidas. Si antes era guapo y arrastraba seguridad, aquí se veía absurdamente atractivo, cargado de poder y superioridad.

Noté la forma tan sátira al negar su cabeza. Deseé saber que pasaba por su mente, ondear por sus pensamientos que lo llegaban a tomar aquella decisión.

—Los rebeldes siempre han atacado nuestras casas y han robado nuestras posesiones. Vuestro último ataque dejó a varios heridos y establecimientos en ruina —respondió lentamente con calma y levantó sus ojos directos hacia ella—. Y entonces vienes aquí porque deseas unir fuerzas y quieres olvidar todo el daño que habéis provocado.

Ella dio un paso adelante cuando el soldado a sus espaldas había dejado de retener sus brazos. El arma de Will entonces se concentró en ella, apuntando a su pecho. Sabía que no dudaría en dispararle.

Marxel permaneció en su sitio y continuó analizándola con la mirada.

—Mis seguidores se estaban muriendo de hambre, no tenían elección —contestó ella—. Mientras tanto, familias de rebeldes fueron destruidas en silencio debido a la retención de prisioneros de tu padre, pero por supuesto, de eso de no se habla entre los noticieros elitistas.

—Sí —admitió él—. Pero hoy en día tienen una vida mejor, les hemos dado un lugar donde vivir entre nosotros y un nuevo brazalete, solo con la única condición de no regresar a tus tierras. Es probable que no te hayas enterado de ellos porque han considerado mejor mis condiciones que las tuyas.

Ella se mordió el interior de la mejilla.

—Necesitas nuestra ayuda, Marxel.

—Necesito vuestra ayuda, por supuesto —contestó—. Pero, ¿cómo podré confiar en una persona como tú? ¿cómo podré saber que no quieres nada a cambio de tu lealtad?

Cynthia respondió a su pregunta demasiado rápido.

—Mi único motivo es acabar con Pam Bennett.

Marxel analizó su confesión, lamiéndose el labio inferior de manera involuntaria, el cuál me quedé más tiempo hipnotizada observando su boca. Me di cuenta de que su labio inferior era aún más carnoso que su labio superior, pero, volviendo al tema primordial, Cynthia no había mencionado nada sobre la isla fuego, conociendo que era su objetivo.

Mis cejas se alzaron al darme cuenta que no parecía tener planes en mencionarlo. Si esas eran sus condiciones, ¿qué estaba esperando ella?

Marxel se acercó a ella y habló muy cerca de su rostro.

—No te creo ni un poco, Cynthia.

Ella levantó la mirada.

—Sé que estás desesperado —susurró—. Deberías aceptar mi oferta.

Ladrón de Humo| 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora