Capítulo 20: La cuesta de Enero

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-Potter, Black, haced el favor de no ensuciarme la alfombra.-solicitó severamente la profesora McGonagall cuando los dos chicos salieron arrastrándose de la chimenea.

-¡Hola, Minnie!-saludaron alegremente James y Sirius.

Los dos jóvenes se pusieron de pie, sin sacudirse la ceniza de la ropa y el pelo y, en el caso de James, las gafas. Los chicos dirigieron una fugaz sonrisa a la profesora McGonagall, que se encontraba sentada ante el escritorio, con una túnica verde botella, una bufanda de cuadros escoceses alrededor del cuello y el pelo recogido en un moño prieto.

-Si habéis acabado, haced el favor de salir.-ordenó la profesora, con un tono de voz cogido por un evidente resfriado.

James y Sirius se despidieron con la mano de la profesora, aunque Sirius juraría que había visto las comisuras de los labios de McGonagall curvarse en una leve sonrisa. Ambos salieron del despacho de la profesora al pasillo, y tomaron el camino a la Torre de Gryffindor.

-¿Dónde estarán Lunático y Colagusano?-preguntó James.Sirius se encogió de hombros.

Habían llegado al quinto piso cuando los dos chicos cayeron al suelo. James y Sirius se liberaron de unas manos y sacaron las varitas.

-¡Remus, Peter!-gritó Sirius, cuando se fijó en las dos personas que se reían en el suelo.

-¿Qué tal las vacaciones?-preguntó Peter, tomando la mano que le tendía James, mientras Sirius ayudaba a Remus a levantarse.

-Nada del otro mundo.-dijo Sirius.

-¡Anda ya, Canuto!-exclamó Peter.-James nos dijo que te habías escapado de casa.

Sirius fulminó a James con la mirada.

-¿Qué?-inquirió este.-Me gusta que nuestros amigos sepan lo valiente que eres, Canuto.-ironizó James.

Sirius sonrió.

-¿Qué tal vosotros?-preguntó Sirius a Remus y a Peter.

-No ha estado mal.-respondió lacónicamente Remus.

-Yo las he pasado con mi madre.-explicó Peter.

Y así, los cuatro llegaron frente al retrato de la Dama Gorda, que se encontraba charlando con una mujer de mediana edad en su cuadro, que vestía un hábito azul y blanco.

-Hola, chicos.-saludó la Dama Gorda.-¿Conocéis a mi amiga Violeta?

-No.-respondió Remus.

-Un placer.-dijo James.

-Milady.-saludó Sirius, e hizo una leve inclinación de cabeza. Los otros tres miraron a Sirius, estupefactos.-¿No habéis visto sus ropas?-murmuró este a sus amigos.

-Supongo que querréis pasar.-afirmó la Dama Gorda.-¿Sabéis la contraseña?

Los cuatro chicos se miraron entre ellos. Ninguno había sido informado de la contraseña nueva, incluso Remus, siendo prefecto, no había tenido tiempo material desde su llegada de enterarse.

-Eh...-empezó James.

-¡Hola!-dijo una voz alegre detrás de ellos.

Los cuatro jóvenes se dieron la vuelta, encontrándose frente a frente con Marlene y con Lily. Como movido por un resorte, James se pasó la mano por el cabello, despeinándolo más todavía, y adoptó una pose chulesca.

-¿Todo bien, Evans?-preguntó.Lily puso los ojos en blanco y puso los brazos en jarra en la cintura.

Sirius se adelantó para detener a su amigo.

Amato animo animato animagus |Lily y los Merodeadores. Año Quinto|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora