Amato animo animato animagus |Lily y los Merodeadores. Año Quinto|

Capítulo 37: Distintas direcciones

   AVISO: Este capítulo se basa parcialmente en parte del capítulo "La historia del príncipe". El resto es todo ficcionado, pero, nuevamente, decir que los derechos pertenecen a J.K. Rowling y Warner Bros.

   AVISO SEGUNDO: Leed hasta el final, la siguiente parte que se subirá, aunque no es de la historia porque esto supone ya el fin de esta, contiene información importante. Os dejo con el capítulo.

------------------------------------------------------------------------------

     A la hora del examen de Transformaciones, la tensión se podía cortar con un cuchillo. James y Sirius fulminaban a Snape con la mirada, Lily se encontraba sentada con la cara oculta tras los brazos, con sus amigas alrededor de ella, y Snape se encontraba solo en un rincón, intentando aislarse de los compañeros que seguían riendo de lo que había pasado hacía unas horas.

     Los estudiantes entraron en el Gran Comedor. La profesora McGonagall se hallaba dentro junto a la profesora Marchbanks.

     —Ya podéis dar la vuelta al examen.—anunció la profesora Marchbanks con su voz quejumbrosa.

     James dio la vuelta a la hoja del examen y leyó detenidamente las preguntas.

     "Pregunta número uno: Enumere los ingredientes necesarios para la elaboración de la poción para animagos".

     "Pregunta número dos: Explique los pasos para convertirse en animago".

     "Pregunta número tres: Cuál es el hechizo que transforma un animal en una copa".

     "Pregunta número cuatro: Qué efecto tiene el hechizo Avifors".

     James sonrió y empezó a escribir las respuestas en el pergamino de respuestas.

     A la hora de la cena, James y Sirius habían perdonado a Remus su intromisión en la humillación a Snape. Marlene, Arista y Mary entraron en el Gran Comedor.

     —Marls, ¿dónde está Evans?—preguntó James.

     —En el dormitorio.—contestó ella.—Dijo que no tenía hambre.

     James se quedó mirando tristemente las fuentes repletas de comida.

     Mientras, Lily se hallaba en la habitación. Había vuelto tras el examen a la Torre de Gryffindor y, sin decir nada, había subido a la habitación, se había echado en la cama y había corrido las cortinas.

     Lily, que generalmente se mantenía fuerte mentalmente, se quebró y comenzó a llorar desconsoladamente. Continuamente venían a su mente los recuerdos de sus momentos con Severus. Severus, aquel niño que le había explicado que ella era una bruja, el que había sido su primer amigo dentro del mundo mágico cuando su hermana mayor le había empezado a dar la espalda, celosa de sus habilidades.

     Recordó nítidamente el día que Severus y ella se encontraban tumbados en la hierba, unos meses antes de recibir la carta de Hogwarts, y ella le había preguntado por Azkaban y los dementores. Se negaba a creer que aquel niño que hablaba con tanta emoción de Hogwarts se hubiese transformado en el joven que le había dicho aquello. «Es todo culpa de Potter, lo humilló mucho.», pensó para engañarse a sí misma.

     Pero no había sido del todo así. Bien es cierto que Potter y Black habían humillado aquel día a Snape delante de toda la escuela, pero, ¿no había sido Severus quien había participado en algunas humillaciones a hijos de muggles?

     También se acordó de lo que había sucedido hacía unas semanas en el Gran Comedor, con la reacción de los jugadores de Gryffindor hacia Severus. Y entonces no le quedó más remedio que aceptar la amarga realidad.