29.

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Era domingo. Los domingos los chicos habían acordado en que serían los únicos días en los que no se verían. Atsumu siempre estaba cansado después de los exámenes que le hacían y terminada durmiendo gran parte del día, pero este domingo Sakusa no pudo quedarse en casa y estaba ahí, sentado justo frente a Atsumu.

Sakusa estaba molesto, se sentía un poco inmaduro o quién sabe cuál era la palabra correcta para describir cómo pensaba de sí mismo en ese momento, pero había tenido un impulso gigantesco de venir a ver a Atsumu hoy. De hecho, todos los domingos pasados había sentido ese impulso, pero el de hoy, simplemente, no pudo frenarlo.

Miró el rostro de Atsumu que se encontraba sin expresión alguna, estaba dormido como si no hubiese dormido en semanas, pero Sakusa debía admitir que verlo tan indefenso lo hizo sonreír un poco.

Se acercó un poco más a la camilla donde estaba el rubio y comenzó a sobar su cabello con mucho cuidado para no despertarlo, pero se detuvo cuando Atsumu frunció el ceño ligeramente. No se despertó, siguió durmiendo tranquilamente haciendo que Sakusa sonriera aún más.

Era cierto que el pelinegro se había dado cuenta que algo no estaba bien con las cosas que estaba haciendo por Atsumu y había notado mucho más cuánto se aceleraba su corazón cuando el más bajo reía. Pero simplemente estaba ignorando todas esas cosas, supuso que no era algo verdadero, que solo eran nuevas experiencias y, como humano, sentía un poco, pero nada del otro mundo. Y, todo lo dicho anteriormente, no iba a saberlo Atsumu, lo último que quería era darle esperanzas de algo que nunca pasaría.

Salió de sus pensamientos cuando Atsumu volvió a moverse un poco.

"Tierno" pensó mientras miraba su rostro. De la nada, sintió la necesidad de depositar un beso en la frente del contrario, así que simplemente se inclinó un poco más para pegar sus labios junto con la frente de Atsumu. Dió un pequeño beso y cuando se iba a alejar, unas manos rodearon su nuca.

"Ahora uno en la boca, por favor" se escuchaba débil, pero eso no le quitaba el toque de gracia que mantenía Atsumu cada vez que molestaba a Sakusa.

Sakusa lo miró sorprendido, pero cuando sus ojos se toparon con los del contrario, se dió cuenta que aún estaban cerrados. Atsumu estaba dormido.

"¿Sonámbulo?" pensó el pelinegro intentando no soltar una risa para no despertar al contrario.

El agarre de Atsumu no era muy fuerte, pero se mantenía. Sakusa intentó alejarse un poco, pero el más bajo no cedía. Y, para su mala suerte, sus ojos aterrizaron en la boca de Atsumu entreabierta.

"¿Puedo besarlo si está dormido?" pensó, pero rápidamente frunció el ceño. "¿Por qué estoy pensando en besarlo?" intentó zafarse del agarre una vez más, pero fue en vano.

"Por favor, Omi" susurró Atsumu.

Sakusa tragó saliva, estaba muy cerca de los labios del rubio y la idea de besarlo era lo único que invadía la cabeza del más alto.

"¿Qué se sentirá besar a alguien?" pensó, pero rápidamente se retractó. "No, realmente no me interesa que se siente besar a alguien, me interesa saber qué se siente besar a Miya Atsumu" y otra vez se dió una cachetada mental por las estupideces que estaba pensando. Negó con la cabeza cerrando sus ojos lentamente, no quería alejarse del más bajo, pero tampoco debía besarlo.

"Omi- Omi" escuchó otra vez la voz de Atsumu. Él estaba soñando, estaba soñando con Sakusa.

El pelinegro se alejó de Atsumu seguido de soltar un suspiro bastante pesado.

"Vas a volverme loco" susurró mirando cómo Atsumu se acomodaba en su lugar sin mostrar una pizca de ganas por despertar. "Realmente ya estoy loco" volvió a susurrar, pero esta vez riendo por lo bajo. Si algo había aprendido Sakusa de Atsumu era que debía reírse de sus desgracias.

El pelinegro volvió a mirar a Atsumu y curvó una sonrisa.

"Hace un par de días dijiste que me querías, no recuerdo cómo se siente querer a alguien, han pasado años desde que estuve seguro de que mis emociones eran reales y..." Sakusa bajó la mirada. "Creo que este sentimiento es mucho mejor que el que sentí antes" susurró volviendo a mirara al rubio. "Supongo que también te quiero, Atsumu"

Sakusa no obtuvo respuesta, Atsumu no escuchó nada de lo que el más alto decía, pero el contrario no dejaba de sonreír. Sakusa nunca creyó que fuese posible estar tan feliz, sin embargo, justo en ese momento, estaba agradecido por haber tenido la oportunidad de sentir que se estaba volviendo loco una vez más. ¿Miya Atsumu lo estaba devolviendo a la vida o lo estaba llevando a lo hondo?

Serendipia [SakuAtsu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora