☪Capitulo XXIII

347 58 115
                                    

"Incluso los milagros tardan un poco de tiempo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Incluso los milagros tardan un poco de tiempo."

-Cenicienta.

SAMANTHA CLARK

Paz.

Una paz increíble, una paz efímera, quizás. Una paz que me encantaría perdurar por siempre.

Asi me sentí los siguientes días: tranquila, calmada, pensativa, relajada. Me sentí bien, por primera vez en semanas me sentí bien y fue algo realmente hermoso que quise perdurar y que intentaría hacerlo por un largo tiempo ya que disfrutaba esa paz que quería que durara por muchísimo tiempo.

El ruido de los adolescentes hormonales se escuchaba por todo el pasillo y como siempre me molestaba, pero en ese momento no me importaba lo suficiente. Como dije, tenía una paz que ni siquiera mis padres o las voces chillonas de mis compañeros podrían quitarme.

—Mírate —dijo—. Estás tan radiante como el sol, este día.

—¿De qué hablas? —pregunté entre risas mientras guardaba unos libros.

Camile y yo estábamos hablando frente a los casilleros: yo buscando mis libros y ella solo hablándome.

—Es que, no sé —me miró de arriba abajo y puso una de sus manos en su mentón como si estuviera pensando—. Hay algo diferente en ti. Pero no sé qué es.

—¿Qué dices? —Cerré la puerta de mi casillero—. Sigo siendo yo, mírame.

—Eso hago, mensa —ella puso los ojos en blanco—. Pero es que no estas tan gruñona como de costumbre.

—A veces puedo estar de buen humor.

El timbre sonó cortando toda conversación entre ambas.

—Bueno, señora detective —bromeé—. Tenemos que irnos a clases.

—Si, así parece.

Caminamos hasta el aula de clases. En cuanto entramos, todas las miradas estaban puestas en Camile quien realmente no presto mucha atención a eso. Esto no me sorprendió para nada.

—No llevas ni un mes aquí y ya robas suspiros.

—Qué puedo decir —me guiño el ojo.

Reí tras eso. Cada una fue a su asiento habitual y me preparé mentalmente para un nuevo día de clases.

Luke y Travis entraron por la puerta, robando las miradas de las chicas. El pelinegro me miró y me dio una sonrisa, la cual le correspondí. Ambos tomaron asiento dándole paso al maestro. Pronto la clase comenzó haciendo que los estudiantes hicieran silencio.

Una hora después había acabado la primera clase, todo fue tranquilo. Solo que, durante toda la clase, Luke y yo no dejamos de mirarnos y cada vez que lo hacía, mi mente reproducía las escenas de esa tarde una semana atrás en su casa.

¿Qué tiene de malo ser yo?  |Nueva versión|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora