☪Capitulo XXV

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"No importa el dolor que tenga tu corazón, si sigues creyendo, el deseo que quieras se hará realidad

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"No importa el dolor que tenga tu corazón, si sigues creyendo, el deseo que quieras se hará realidad."

-Cenicienta.

SAMANTHA CLARK

—¿Qué sentiste?

—Que todo mi mundo se derrumbaba —dije, mordiendo mi mejilla por dentro.

—¿Sentiste que te ahogabas?

—Si, la respiración me falto y creí... yo por un momento creí que... moriría.

—¿Y tuviste miedo?

—Mucho —solté un suspiro—. Como nunca, antes en mi vida.

—Ya no quieres volver a sentir lo mismo, ¿cierto?

Le di una sonrisa triste, de labios cerrados, mirándola, viendo a mi psicóloga que no me perdía de vista detrás de sus lentes.

—No, nunca más. Ya no quiero volver a sentir miedo.

Tomo mi mano entre la suya y me dio una mirada cálida, comprensiva, dulce. Las palabras que definían a Anne de la mejor manera.

—Dejaras de hacerlo, quizás no hoy, no mañana, pero, eventualmente, lo harás. No importa que tan difícil sea, si así lo quieres y le pones empeño, pasara, pequeña, lo lograras, sé que sí.

Me dio una sonrisa y se la correspondí. Me levante del asiento unos segundos después y la abrace, agradeciéndole por todo.

—Quiero que recuerdes algo, Samantha —la mire directamente a los ojos y su mirada era segura—: todos, absolutamente todos, tenemos algo que sanar, algunos mas profundo, grande o en mas cantidades, que otros, pero siempre habrá algo que curar. Que tu tengas grietas enormes, no quiere decir que haya algo malo en ti, ¿okay? Tu no tienes la culpa de nada.

Le asentí. Sali del consultorio y me adentre al pasillo, metiendo mis manos dentro de los jeans gastados que tenía puesto.

Mire por el ventanal aquel jardín y no me lo pensé dos veces para ir hacia él, observando todo: los colores de los árboles que empezaban a teñirse de un naranja por el otoño, la fuente que adornaba el centro del lugar, las personas que estaban sentadas cada uno en su mundo. Todo se veía calmado, en ese momento todo estaba calmado.

Me senté en un banco frente a la fuente, el mismo en el que me había sentado la primera vez que pise ese lugar. Inspire hondo, llenando mis pulmones de ese aire limpio, fresco y refrescante del lugar.

Vi todo a mi alrededor en silencio, como hacía tiempo no lo observaba. Escuche el ruido de las voces, pero no les preste atención, solo observe, en completo silencio, disfrutando de este. Mire hacia el cielo viendo ese azul calmado rodeado del blanco de las nubes; era un lindo día ese sábado y me permití disfrutarlo.

¿Qué tiene de malo ser yo?  |Nueva versión|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora