☪Capitulo XXI

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"El cambio empieza por ti

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"El cambio empieza por ti. El cambio empieza por mi. El cambio empieza por todos nosotros."

-Zootopia.

SAMANTHA CLARK

Tomé mi mochila de la cama junto a mis auriculares que inmediatamente me puse en el cuello y salí de la habitación. Bajé las escaleras con dirección a la salida donde me encontré con Mason en el auto ya esperándome.

Avance hacia el auto y entre, dándole una sonrisa al hacerlo cosa que me devolvió. Al instante mi hermano arranco metiéndose en la autopista para llegar a la escuela. Durante el camino, nos mantuvimos hablando de cosas triviales y escuchando la música de la radio.

Media hora más tarde, el auto se detuvo frente al gran portón que tanto conocía. Los adolescentes hormonales pasaban hacia dentro de ella, con sonrisas plasmadas en sus rostros.

Se veían patéticos, la verdad.

—Llegamos —dijo Mason, desde su asiento—. Pórtate bien en tu primer día, enana.

—No prometo nada.

—Ten buen día, te quiero.

Dejo un beso en mi frente y yo rodé los ojos.

—Yo también.

Di un suspiro antes de abrir la puerta y salir del auto. El sol tocó mi rostro, cegando mis ojos un poco y tuve que entrecerrarlos. Camine unos cuantos pasos, cuando escuche que me llamaban y gire el rostro. A la distancia pude distinguir una figura acercarse; estaba corriendo hacia mí. Intenté descifrar quién era, pero cuando lo hice, ya era tarde porque la tenía muy cerca.

—¡Sam! —gritó alegre lanzándose hacia mí, en un abrazo.

—¡Ay, por Dios! —mis ojos se abrieron como dos platos—¿Qué haces aquí?

Nos alejamos y ella me dio una sonrisa.

—¿Tú qué crees? —mordió su labio inferior.

—Tendremos a la loca en el instituto —esa fue la voz de Luke.

Lo mire en silencio, viendo que llevaba el uniforme escolar (como todos) el cual habían implementado ese año —pantalones negros, camisas blancas y corbatas roja—, viéndose malditamente sexy con él y su cabello desordenado. Lo normal.

Sonreí para mí, cuando sus ojos se conectaron con los míos y recordé lo del día anterior: la lluvia, la compañía, el rato con él, lo loco que estaba. Recordé lo bien que me hizo tenerlo cerca esa tarde, y como me sentí plena cuando me quedé dormida, junto a él.

El como me derretí por él.

—No iba a quedarme sola en esa escuela —volvió a hablar la pelirroja de mechas blancas—. Tú te fuiste y James también. Así que mejor estar aquí, aunque sea por un año, ¿no crees?

¿Qué tiene de malo ser yo?  |Nueva versión|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora