☪Capitulo VIII

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"Elimina de tu vida, si elimina tu sonrisa

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"Elimina de tu vida, si elimina tu sonrisa."

-Brave.

LUKE GRANT

El olor a café reino en el lugar inundando las fosas nasales de cada persona en el lugar, pero no creo que todas supieran apreciar la belleza de aquel aroma. Mucho menos la vista que solía rodear la cafetería, volviendo ese, en uno de los más icónicos y apreciados lugares por mí; porque lo era, y seguiría siendo por el resto de mi vida.

Era uno de los lugares que ocupaban mi corazón y de los que podían transmitirme paz. De esos lugares donde te sientes en casa, que puedes sonreír sin tener un motivo aparente, solo lo haces por el simple hecho de estar ahí y eso, por increíble que parezca, era la mejor sensación de todo el mundo.

Estábamos sentados frente a frente, Camile y yo mientras bebíamos nuestras sodas. La luz solar se colaba por el gran ventanal que adornaba la cafetería. Platicábamos de cosas meramente triviales y, también, sobre la pequeña pelea en la clínica. Había pasado un día desde el incidente y me sorprendió ver que no la castigaron; o bueno, sí, pero ella no se lo tomaba en serio.

—¿Cómo lo tomaron tus padres?

—Cómo siempre —Camile se encogió de hombros—. Sabes cómo son.

Ella tomó un sorbo de la bebida que tenia en manos mirando a la nada, restándole importancia. Solía hacerlo para pensar y eso, supongo que siempre fue así. A pesar de que los padres de Camile eran muy estrictos, mucho más que los míos, a ella parecía no afectarle mucho que lo fueran, es más, juraría que le importaba una mierda el que la castigaran. Sin embargo, por más que fueran así, su madre era más flexible, era un amor. Pero su padre era un hombre amargado, con un semblante serio y algo intimidante. Demasiado diría yo. Aunque a Camile nunca le afecto el que fuera así, es más, creo que la pelirroja heredo ese carácter y por ello se llevaban pésimo.

—Quieren que haga algo que definitivamente haré.

Resoplo, cansada.

—Déjame adivinar —dije—. Quieren que te disculpes —ella asintió—, pero tú no harás eso.

Ella negó con la cabeza, —Olivia merecía esos golpes y jamás en la vida me disculparé con esa víbora. Pero ya, dejemos a esa princesa teñida de lado, y hablemos de otra cosa, que no quiero arruinar mi día libre.

Se rio, mostrando los dientes y empezó a hablar sobre la escuela y esas cosas. Pero mi mente seguía en el día anterior, pensando en un montón de cosas.

El comportamiento, las palabras y acciones que tuvo Olivia, no fue el papel que me quiso pintar desde que estaba yendo a las terapias, aunque a decir verdad no me sorprendió en lo absoluto, leía a las personas desde la primera conversación; maldición o bendición eso hacía y no pudo comprarme mostrando una cara de la moneda.

¿Qué tiene de malo ser yo?  |Nueva versión|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora