"Un sabio una vez dijo: El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo. Por eso se llama presente."
-Kun Fu Panda.
SAMANTHA CLARK
La vida es impredecible, no podemos prever lo que sucederá después; la vida es incierta. Solía considerarme como alguien que solo vivía el momento, el ahora, porque, para mí, la vida era solo eso; momentos. Tanto de buenos como de malos. La mía estaba más llena de malos que de buenos, debo admitir. Pero esos pequeños momentos buenos, como las tardes de charlas con la abuela, los paseos por la ciudad con Nora, los recorridos de vez en cuando con Mason, las escapadas nocturnas para ver las estrellas y las salidas sorpresas con Cler; eran los que más atesoraba y le daban un poco de color a mi vida. Los guardaba en mi corazón creyendo así que, tal vez, algún día podría tener más buenos que malos.
Nunca pasó.
Los malos momentos siguieron reinando y los buenos poco a poco iban desapareciendo hasta que solo quedaron los recuerdos de lo que solían ser los mejores de mi corta existencia. Cuando creí que mi vida mejoraría algo inesperado me arrebato esa esperanza y me hundió nuevamente en el hueco de la amargura del cual, no tenía idea de cómo salir.
Todo se nublo en mi interior y una tormenta gris se apodero de mi robándole los pocos colores que había tenido como lo eran esos momentos; las charlas hasta las tantas ya no eran tan frecuentes, los paseos dejaron de llamarme la atención, las salidas con Cler acabaron (con obvias razones) y, eventualmente, luego de eso, los recorridos con mi hermano dejaron de ser tan frecuentes para ser nulos.
Los colores ya no eran colores.
La tercera semana del mes de marzo había llegado a su fin tan rápido y aburrida que ni siquiera la note del todo. Nunca lo hacía de todas formas. Esa semana, los dolores de cabeza llamados Luke y Travis no dejaron de fastidiar «como siempre» y yo solo me mantuve en mi mundo llamado lectura.
Era la única manera de tolerar estar viva.
—Mira que hermosa te ves, cariño. —La voz de mi nana llego a mis oídos mientras me miraba en el espejo.
Me estaba terminando de arreglar para alguna cena importante que tendrían mis padres y sinceramente no me gustaba como me veía. Mi retrato detallaba el vestido floral que llevaba; era colorido. La verdad es que, era bonito, pero no era mi estilo.
Los colores ya no formaban parte de mi vida, solo los neutros, los opacos, no los llamativos, hermosos y delicados. Esos ya no me gustaban para nada. Porque esos no eran parte de mí, al menos no por un buen tiempo.
—No mientas, nana. Me veo horrible con este estúpido vestido y con todo lo que me ponga. Quizás si fuera Susie... —hable en un susurro bajando la cabeza—, si fuera hermosa.
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¿Qué tiene de malo ser yo? |Nueva versión|
Novela Juvenil*Nueva versión* AMORES QUE CURAN (I) Sam ya no le encuentra sentido a su vida y no quiere seguir luchando por encontrarlo. A sus cortos dieciséis años, Samantha Clark, ha entendido lo que es el dolor y el sufrimiento, siendo ella presa de ambos de...