☪Extra

194 31 43
                                    


Después del epilogo, justo en primavera...

SAMANTHA CLARK

La paz mental es lo más difícil de mantener y lo más fácil de perder. Solo se necesita un detonante, por más insignificante que sea, puede causar un colapso que se siente como retroceso y muchas veces no necesita ningún motivo, y simplemente sucede haciendo que todo se derrumbe.

La vida es así, un día estás arriba y al otro simplemente estar en el suelo y no saber cómo levantarnos y es difícil hacerlo, pero, ¿Qué es lo más difícil que he hecho durante toda mi vida? Definitivamente, la respuesta sería seguir existiendo, intentando mantenerme firme ante la variante de que mi vida era tan patética que preferiría acabar con ella, como lo había intentado en ese puente o como lo estaba intentando en ese momento.

Al sentir que todo lo que has creído, el proceso que has intentado dar y el pensar que estás bien, que lo has superado se va por el caño y vuelves al inicio, te sientes peor que antes, porque es como sentir que todo el esfuerzo que has tenido no ha valido la pena.

No entendía qué tan complejo era sanar y volver a romperte hasta que la perdí por cáncer, cuando perdí a mi mejor amiga lentamente y lo volví a sentir cuando no pude más y recurrí de nuevo a las navajas afiladas porque era tan débil que no podía seguir más sin ellas, porque sentía que ya no valía la pena.

No bastó el esfuerzo y mi empeño, porque en el momento en que dejé que su voz se apoderara de mi razón y mis pensamientos le di el poder de destruir lo que tanto me había costado.

Solo eres un jodido estorbo, no eres nada.

Su voz seguía sonando en mi cabeza una y otra vez, aunque intentaba apagarla.

¿Crees que eres suficiente?

No podía dejar de escucharla, de repetir en mi cabeza todo lo que me había estado diciendo esa tarde una y otra vez, como ella se había apoderado de todo lo que pensaba y como los pensamientos negativos habían vuelto de repente y esa voz que siempre me hacía sentir tan mal.

¿Crees que vale la pena salvarte? Mírate, eres tan patética que otros tienen que venir y ayudarte porque no sirves ni para eso.

¿De verdad crees que esos amigos tuyos lograrán hacer algo en ti? ¿Es que no has visto lo insignificante que eres?

Cerré mis ojos con fuerza poniendo mis manos en mi cabeza mientras mis lagrimas caían. La oscuridad de mi habitación me envolvía y me asfixiaba, odiaba la oscuridad, pero no podía hacer más que aguantarla.

Vamos, mírate.

Intenté esquivar su voz, pero era tan insistente y molesta que no pude hacerlo.

Estás frente al espejo, solo tienes que alzar la mirada y podrás verte. Ver lo estúpidamente patética que te ves.

—Todo va a estar bien —repetí una y otra vez como me había dicho Anne que lo hiciera cada vez que esa voz apareciera—. Yo estoy bien, estoy sana y estoy viva.

¿En serio crees que eso te servirá de algo?

Volví a repetir las mismas palabras, intentando opacar la voz en mi cabeza, los pensamientos negativos porque me jode pensar que estaría retorciendo después de haber avanzado tanto.

No había entendido cómo pasó, estaba bien en la tarde, estaba feliz, con los chicos, compartiendo con las personas más cercanas a mi, con quienes compartía un lazo más fuerte que con nadie y ahora..., ahora simplemente estaba ahí, tirada en el suelo llorando a mares mientras me miraba en el espejo frente a mi.

¿Qué tiene de malo ser yo?  |Nueva versión|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora