"La belleza está en el interior."
-La bella y la bestia.
SAMANTHA CLARK
Hay cierta belleza en el silencio que solo se puede notar cuando lo hacemos, cuando estamos sumergidos en el silencio. Uno que es tan profundo y callado que conectas con partes de ti que jamás pensarías conectar; que puedes ver más allá de lo que las personas con ruido pueden ver o notar. Pero en ocasiones, es necesario el ruido para no perdernos en ese profundo silencio en el que tus temores pueden hacerse más presente que nunca.
Hay veces que necesitas un poco de ruido para no sentir que tu vida solo es absoluto silencio y que todo a tu alrededor se ha apagado por completo y no encuentras el interruptor para volver a encenderlo y llenar tu vida de música y melodías, llenarla de ruido.
El silencio es hermoso, pero también puede ser peligroso.
Los árboles pasar era lo único que veía mientras el auto avanzaba por la carretera. Me fascinaba hacerlo, solo mirar en silencio sin hacer nada más que observar. Me gusta la vista que siempre se daba por esa zona de la ciudad, los árboles tenían un toque más colorido que en otras partes y si hacías un poco de silencio podías deslumbrarte con la buena vista que había en ese lugar.
Era sábado por la tarde y el sol estaba radiando más que en toda esa semana haciendo que todo se viera preciso. Era el día en que debía ver a la psicóloga; como todos los sábados desde hace unos meses atrás. La verdad no me agradaba eso, pero debía hacerlo, era eso o pasar todo un día en casa con mi familia y compartir con ellos no era algo que me apetecía.
Durante el camino estaba tan sumergida en mis pensamientos no me di cuenta cuando llegamos al lugar, sino hasta que el auto se detuvo frente a la clínica psiquiátrica dónde tomaba las sesiones. "Sanemos juntos" apareció en grande ante mis ojos que miraban aquel cartel desde el asiento trasero del coche.
—Puedes irte en cuanto baje —le hable al hombre que estaba en su asiento de chofer.
—Sabe que no puedo hacer eso —dijo mirándome por el retrovisor—. Son ordenes de...
—De mi padre —mire mis pies—, lo se.
Mi padre había sido muy claro con el hombre de que no me fuera hasta que entrara, ya sea en la escuela a la clínica. Entendía que él debía quedarse, pero no me gustaba sentirme vigilada o cohibida, sin embargo, después de la ultima vez que intente quitarme la vida, tenia mas restricciones que antes... antes de eso podía salir hacia donde quisiera, después de que paso ya no podía salir ni dos cuadras caminando porque mi padre se enojaba pensando que cometería otra locura, como así lo llamaba.
Y no crean que era porque se preocupaba por mí, no, para nada. Lo único que le preocupaba era el no manchar su reputación intachable ante la alta sociedad, como el buen padre y esposo que fingía ser en las redes. Supongo que eso estuvo a punto de dañarse cuando se revelo que su hija menor había intentado quitarse la vida en un puente, pero como los buenos actores que son mis padres, fingieron que solo fue un accidente y borraron todo rastro de esa noticia acaparando la atención en el desfile que mi madre había organizado. Así que tres semanas después ya no se hablaba sobre mi intento fallido de suicidarme y solo se hablaba de ella y su estúpida pasarela.
ESTÁS LEYENDO
¿Qué tiene de malo ser yo? |Nueva versión|
Dla nastolatków*Nueva versión* AMORES QUE CURAN (I) Sam ya no le encuentra sentido a su vida y no quiere seguir luchando por encontrarlo. A sus cortos dieciséis años, Samantha Clark, ha entendido lo que es el dolor y el sufrimiento, siendo ella presa de ambos de...