Capítulo 1

496 22 1
                                    

De pie en mi cámara jardín soy observado por todas mis flores. Ellas están sentadas sobre la alfombra, yo acabo de pedirles eso y ahora esperan a la expectativa.

Después de tantos años siendo mis amantes tampoco es de lo más fácil para mí decirles lo que estoy a punto, por eso trato de pensar en las palabras correctas.

—¿Qué pasa?

Aby es la primera en desobedecer mi orden, incorporándose sobre sus rodillas con un movimiento impaciente. No la reprendo, más bien me le acerco y le acaricio un pómulo, del mismo lado que le lastimé días atrás.

—Hueles a otra mujer— acusa Thyared.

—Es cierto— apoya Amaris —Y es el olor de aquella mujer que estaba contigo cuando fuimos a buscarte.

—¿Así que era verdad?

—¿Es por ella que no has querido follarnos?

—¿Es por ella que ya no nos vemos?

—¿Quién es?

—¿Es la misma de las ropas con olor humano?

—¡Sí!, ¡Ya sabía!

—¡Sí lo es! Pero... Cuando la vimos olía a vampiro.

—¡Porque es vampiro imbécil!, ¿Ya se te olvidó cuando vino aquí?

—¿Tú la convertiste, Daniel?

—¿La harás flor?

—¡La haré mi esposa!

El tono con que se los digo es más agresivo que el que quise emplear pero me sacaron de mis casillas. Entre eso y la revelación todas se callan. Resoplo para recuperar la buena actitud.

—La haré mi zrasny...

Zrasny es el título dado a la esposa del Zethee, esclava principal por sobre todas, y la segunda vampiro más importante en la sociedad a la que represento.

Damara ha puesto dos condiciones para casarse conmigo: Que le entregue a su nana Athir, y que me deshaga de todas mis prostitutas. La primera petición es más fácil de resolver.

—Ustedes recibirán su libertad...

—¡Daniel!— Aby termina de levantarse.

Los rostros de seis expresan preocupación, Thyared luce confiada.

—Y mi protección— les aseguro.

A lo largo del tiempo, varios vampiros de poder se han interesado en adquirir cada uno a alguna de mis flores para hacerlas suyas o divertirse. Ninguna se angustió estando bajo mi amparo, pero tan libres como ellas también lo estará el camino de estos otros que las desean, y sus intenciones no son precisamente románticas.

—¡No, Daniel!

Vrynderel salta de su sitio y se arroja a mis pies, abrazándome las piernas. Sé por qué es una de las que más teme, el vampiro que la codicia es miembro del concejo zansvriko, parte de la corte que me respira en la nuca y de los que no suelen entender el significado de un no.

—Estarás bien— me acuclillo y le levanto la cara.

Empieza a llorar cuando se abraza a mi cuello con fuerza. No me ama, se pone así por el peligro que ve en su futuro. Luce tan vulnerable que me conmueve, no soy del todo un monstruo, no con ellas, a quiénes yo mismo elegí. Siete novias fieles que mantuvieron mis sábanas mojadas.

—Estarás bien— repito, acariciando su cabellera tan roja como la pasión que su cuerpo desprende —Mírame.

Gimotea pero obedece.

—¿Confías en mí?

Asiente sin decir nada.

—Te seguiré cuidando. A todas ustedes— miro a las demás, levantándome.

—¿Seguiremos aquí?— pregunta Amaris.

Niego con la cabeza.

—Pero este es nuestro hogar— se lamenta Xhyolet.

—Hemos estado aquí desde que fuimos convertidas.

—¡Hemos estado contigo siempre!

—¿Qué será de nosotras?

—Todas serán remuneradas— prometo —Con capital suficiente para que vivan bien.

—¿Haciendo qué?

La pregunta de Lara despierta coros en las otras cinco flores más escandalosas. No sé qué me estresa más, si sus discusiones o el silencio de Thyaret. Algo se está guardando.

—Daniel, Jakrav no me tocaba porque yo era tuya, sabes que siempre me ha dado miedo cómo me mira, no importa a dónde me envíes, me perseguirá. Va a violarme, Daniel, ¡No!

Igual que Vrynderel, Amaris también llora ahora ante sus propias conclusiones. La sujeto de espaldas y se recarga en mis brazos, dejándose caer. Le hablo al oído.

—Eso no pasará, lo juro.

—¿Por qué no podemos simplemente seguir siendo tus flores?— pide Xhyolet —Si estás casado, a nosotras no nos importa.

—Pero a la futura zrasny sí— por fin habla Thyaret —¿O no?— me desafía.

—Podemos complacerla a ella también— ofrece Kitzaned.

La idea de Damara siendo tocada por otras manos que no sean mías me molesta. Nunca pasará, pero la sola propuesta es irritante. Suelto a Amaris aunque trato de disimular, no entenderán mi reacción y tampoco quiero demostrarla. Sin embargo Lara la advierte, en especial porque ha visto mi actitud defensiva desde la primera vez, fue a ella a quién amenacé en Londres por menos que esto.

—O podemos hacer lo que tú quieras— me dice —Pero aquí. No nos saques, Daniel, no importa si nunca más volvemos a follar.

Damara fue clara, «La expulsión de todas tus esclavas sexuales» exigió.

—Tienen que irse.

—¡¿Por qué?!— Thyaret se me atraviesa —¿Es lo que te ordenan?, ¿Desde cuándo te dejas dominar por cualquier puta?

No me contengo. El golpe que le doy le rompe la piel de la cara pero Thyaret se ríe a pesar del hilo de sangre que ahora le baja por el mentón.

—Es sólo un coño más, mi Zethee...

Ella saborea con su lengua el deseo que mi bofetada le ha provocado. Thyaret es mi flor masoquista, nuestros juegos siempre involucraron cortes, torturas, y dolor, quizás por eso su cuerpo está interpretando mi castigo como un preámbulo al polvo. Sin que me importe, le sujeto duro su quijada, a dos dedos. No me aparta la mirada fija que me puso, me desafía sosteniéndola. Mi uña le pulsa el corte, ella jadea pero de placer. La suelto de mala gana, se sigue riendo.

—¿Quieres sacarme? Mátame entonces porque no me iré. No sé lo que hagan estas niñas tontas— señala a las demás —Pero yo no me iré. ¿Ya se te olvidó lo que me dijiste cuando nos conocimos? Dijiste que eras mi nuevo y único señor. Pues bien, heme aquí. Seguiré en nuestra cama cuando te aburras de tu juguete nuevo, mi culo y yo volveremos a parecerte útiles. Me diste esta vida, a estas alturas no me la puedes quitar. Si quieres echarme, tendrás que hacerlo conmigo muerta.

—Sí— digo yéndome —Tal vez lo haga.

Lujuria Escarlata | LIBRO 2 (Línea de Daniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora