Capítulo 3

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Cumplo con la palabra dada a mi diosa y le entrego la carta a un mensajero en frente suyo, esperando que así mismo ella termine de dar el asunto por concluido.

Dada su tendencia escurridiza decido hacerla acompañarme en tantos preparativos como sea posible, le ayudo con un sedante para la rodilla aunque no creo que le importe mucho, tomando en cuenta que eso no la detuvo para intentar comunicarse con Aer. Aún así me comprometí conmigo mismo a no ser sádico con ella, por lo que evitarle dolor es un buen comienzo.

Sus malestares propios al embarazo no tardan en llegar. Es común entre los vampiros que estos aparezcan al poco tiempo de la concepción, y la primera manifestación que sufre Damara es la aversión a la sangre, se vomita encima en cuánto el olor sale de una botella que yo destapo para servir.

Mi propósito al estudiar medicina fue la de especializarme en conversiones de alto riesgo, por lo que no manejo conocimientos suficientes en obstetricia. Por eso le encargo el caso a un colega vampiro, él receta hormonas sintéticas que mi diosa deberá tomar para suplir las necesidades de sangre hasta el parto.

—¿Qué hay de tus otras esclavas?— me pregunta Damara de un momento a otro.

—¿Qué otras?

—Las de poca ropa que tenías, o tienes para tu diversión personal.

—¿Te refieres a mis flores?— me extraña su pregunta, ya tenemos un acuerdo y lo cumpliré.

—Tus amantes, sí.

—Me desharé de ellas, como me pediste.

—¿Cuando?

—Estoy organizando su reubicación— le explico —Creo que darles la libertad será lo mejor. Quiero protegerlas. Algunas de ellas han sido codiciadas por valeos y otros vampiros de poder, debo velar por su bienestar. Pero no te preocupes, no tendré nada que ver con ellas, como de hecho ha sido desde hace un tiempo.

—¿A qué te refieres?

—Tú pusiste una maldición en mí, estoy seguro. No mentía cuando dije que no podía sentirme a gusto con ninguna otra mujer, hace tiempo que no tengo relación con ninguna de ellas. En mis intentos por deshacerme de mi obsesión por ti, hice cosas de las que no estoy orgulloso, pero ni aún así pude volver a estar con mis flores como lo hacía antes de ti.

—¿Qué clase de cosas son esas?, ¿Malas?

Pienso en mis acciones, desde el robo de la primera prenda durante su conversión y cómo la llené de su sangre para drogarme así. El segundo robo, y la cogida que le di a Aby después de hacerla vestir con una pijama. Toda la ropa que todavía conservo, como me he masturbado con ella y cuánto he eyaculado sobre sus vestidos. Cómo intenté que mis flores adoptaran su olor, algo en lo que fracasé. Me limito a una sola respuesta:

—Pervertidas... pero contigo, siempre contigo.

—¿Ya saben de mí?

—Si te refieres a que tendré una zrasny, sí. No quieren irse, pero tendrán qué. Como te dije, algunas temen que las entregue a los hombres que las codician, pero les di mi palabra de que no sería así. Estoy encargándome de sus documentos, cada una recibirá una indemnización con la que podrán rehacer su vida. Tú no te preocupes. En un par de días a lo mucho estarás ocupándote de lo que ya antes te expliqué, tú serás quién escoja las esclavas que vivirán con nosotros, quiénes se quedan, quiénes se van, Ztefy te ayudará presentándote a cada una.

Y es cierto. Empezar una vida desde cero no es sencillo, no lo será para mis antiguas flores y tampoco para Damara y para mí. Yo estoy acostumbrado a mi rutina aquí en Montemagno pero al final le he dado a mi diosa el poder para decidir en dónde nos quedaremos, no sé si elija el palacio o quiera volver a Londres.

Lujuria Escarlata | LIBRO 2 (Línea de Daniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora