Capítulo 17

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—Venezuela— dice mi diosa nerviosamente.

Estamos conversando acerca de la luna de miel. Después de la celebración con nuestros amigos, seguiremos solos. He dejado que ella elija a dónde ir, pero antes de revelarme el destino me advirtió que quizás yo no querría.

—¿Y por qué no habría de gustarme Venezuela?— frunzo el ceño —En realidad es una excelente idea, tiene playas, montañas, selva, sabana, páramos, podríamos recorrerla toda.

—No sé...

—Sí, si lo sabes.

Alzo su rostro con mi índice para que me mire, porque ha bajado el mentón. Me observa sin hablar. No se me ocurre qué pueda estar ocultando, pero no voy a presionarla.

—¿Quieres ir a Venezuela entonces?— le pregunto seriamente.

—Sí— responde con poco aliento.

—Muy bien.

La beso en la cabeza y eso es todo. Quiero que lo que vaya a compartir conmigo, le nazca hacerlo. Ella decidirá los momentos precisos.

Hago que me acompañe a los pendientes más urgentes que debo resolver antes de partir. Converso con aquel que se tomará mi lugar durante el viaje, lidio con problemas de último minuto, la llevo con un compositor para que él la conozca y cree una melodía única para ella, él es quién tocará en el matrimonio.

—Con todo respeto Daniel— me dice el músico —Déjame decirte lo mucho que te envidio. No estás rodeado más que de poesía, primero Elizabeth, ahora tu esposa.

Pero no todo es grato. Pasamos por el mal momento de encontrar al representante humano en Montemagno, quién nos estorba con preguntas incómodas y yo no soporto su impertinencia cuando clasifica de monstruo a Damara.

—Atentar en contra de tu grupo sería suicidio— empiezo —Los humanos dominan la tierra, no los vampiros. Cambiar los papeles no sólo sería imposible, sino innecesario. Nuestra relación con ustedes nunca estuvo mejor que ahora, los negocios de intercambio benefician a ambas partes. Provocar un enfrentamiento nos llevaría a la extinción, no existen suficientes vampiros para vencer en una guerra y no me interesa tal poder. Todo marcha perfecto, ustedes en lo suyo y nosotros en lo nuestro, concediendo todo lo que el humano desea pero no se atreve a hacer. Entre los tuyos hay sádicos, aberrados, mafiosos, y psicópatas. Ellos compran mujeres, compran jóvenes, compran órganos, lo que hagan con la mercancía no es mi problema, pero sí lo es el que prefieran dejar que seamos nosotros quiénes se ensucien las manos.

Y no me amarro la lengua.

—¿Quién hace el rapto?, ¿Quién traslada los pedidos?, ¿Quién mutila los cuerpos? Los vampiros. Y está bien, ustedes construyen ciudades para nosotros, crean tecnología, hacen crecer al mundo, cada quién tiene su rol. Ustedes nos dejan cazar para mantenernos y nosotros les hacemos los favores, tu gobierno necesita que alguien desaparezca y nosotros lo borramos así de simple— chasqueo mis dedos —Y por si fuera poco les regalamos información, conocimientos que escapan de su débil alcance: fenómenos, inteligencia en otros mundos.

—¡Suficiente!— se altera.

—El punto es que esto funciona excelente como estamos. No necesito hacerme rey del mundo, con gobernar mi sociedad me basta. No sabes cuánto pesa una corona, no quiero cargar con más. En otras palabras: No me interesa atentar contra los líderes mundiales. Si yo preparo un arma o no, los tuyos no tienen por qué sentirse amenazados, mi función como Zethee es proteger a los vampiros, por tanto mis decisiones serán en función de ello. Claro que si ustedes son quiénes nos atacan, no puedo quedarme cruzado de brazos, pero eso ya lo saben...

Lujuria Escarlata | LIBRO 2 (Línea de Daniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora