Capítulo 14

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Parte de las tareas pendientes es resolver la situación de mis ex flores, las actas de libertad ya están listas así que me reúno con ellas otra vez para que estemos de acuerdo en los detalles. Ahora las cito en el despacho, eso sí. Quiero que tomen este encuentro como algo ya formal.

Casi todas siguen con miedo de ser acosadas por los vampiros que por años me las han querido comprar, sólo Thyaret no se preocupa y es que tampoco piensa colaborar conmigo, se niega a salir de Montemagno. Considerando la opinión de las más flexibles trato de tomar una decisión sobre lo que serán su nuevas residencias. Las flores que alguna vez fueron humanas conocen un poco más de ciudades, pero con las que nunca han salido al mundo me toca describirles el exterior.

Hablamos de qué país podría ser más conveniente para ellas y por qué. Me sorprende que a pesar de las diferencias que tuvieron toda la vida con sus discusiones y celos, ahora no quieran separarse. Cada tanto en la conversación llegan al mismo punto que es quieren vivir todas juntas.

—¿Vendrás a visitarnos, verdad?

Aby se cuelga de mis hombros al hacerme esa pregunta. Me besa cerca del oído y yo la aparto intentando no ser descortés, lo único que quiero es que no vaya a dejarme olores, no puedo tener problemas con Damara.

—No lo creo— le respondo honestamente.

—¿De verdad te olvidarás tan fácil de nosotras?

Lara da un suspiro triste que la hace ver tierna, en otros tiempos le habría contestado metiéndole mi lengua hasta el fondo, creo que ella también está acostumbrada a esa reacción porque me mira melancólica ahora que no me muevo.

—No me extrañarán, se los aseguro.

—No digas eso...

Vrynderel jadea metiéndose en el espacio que hay entre mis rodillas y mi escritorio, se sienta sobre él y su posición hace que se le levante la falda que ya de por sí es bastante corta. Ahora sus nalgas están puestas sobre las actas de libertad (unos pergaminos de piel humana curtida) y trata de rodearme el cuerpo con sus piernas casi desnudas.

—Eh...— la miro enarcando una ceja.

Me sonríe con malicia, mordiéndose el labio. Sus piernas retroceden pero pone sus pies descalzos sobre mis muslos.

—No digas eso— vuelve a decirme, apoyando sus brazos en el escritorio y relajándose —Yo sí te extrañaré, ya te extraño. Todos los días, más en este momento... ¿Quieres ver?

Sus rodillas vuelven a separarse sin quitarme los pies de encima, abre sus piernas y arquea su cuerpo para que yo mire debajo de la falda que ahora se le levanta entera.

Sería una ventaja increíble que los vampiros tuviéramos cuerpo de palo, por desgracia lo único que adopta esa modalidad en cuestión de segundos es mi polla y no precisamente porque no sienta.

—Basta— pido de la mejor manera, agarrándola de los tobillos para juntárselos. Dejo mis manos ahí en torno a sus talones.

Kitzaned suelta una carcajada traviesa y se mete un dedo en la boca, ha visto algo en mi reacción que le parece divertido, de más que conozco el modo en que se incorpora para venir.

—Basta— digo mirándola ahora a ella sin soltar a Vrynderel.

Otras dos de las ex flores se miran entre sí y de algún modo deciden emboscarme. Me molestan las respuestas biológicas de mi naturaleza, incluso me aburren, porque ahora la tengo dura y si cediera a ella con estas mujeres no disfrutaría bien por mi apego a Damara.

—No— alzo un dedo hacia Amaris que ha estado a punto de acariciarme el pecho.

Ella hace retroceder su mano pero no la cambia de posición, en su lugar la desliza por el cuerpo de Vrynderel y ella se deja, acostándose en el escritorio completamente.

Lujuria Escarlata | LIBRO 2 (Línea de Daniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora