Capítulo 11

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— Hija, tienes que controlar un poco tus impulsos de querer ayudar a todo el mundo... Es increíble la suerte que tienes.

Si Emily no fuese intervenido, ya estuviera recibiendo su castigo.

5 días pasaron volando. Luego de ese inconveniente en el cual Anastasia fue suspendida por dos fechas, Emily no le descontará nada de dinero.

Cuando su patrona le dijo eso, no se lo creía. Era imposible creer eso, sin embargo, así fue. No se sabe si su abrazo influyó en esa decisión, pero lo que si es que no dejó de agradecerle a su jefa por el gesto. Conociéndola, lo más probable que estuviera en ese sótano sin comida y agua.

— Lo siento abuela... Pero es que quería ayudarla y así lo hice. No podía quedarme con los brazos cruzados. — Amanda y Anastasia están sentadas en el sofá de madera algo desgastada que tienen en su pequeño hogar. — Ya pasaron 5 días que no se nada de la princesa y me gustaría saber cómo está.

Desde ese día no ha sabido nada de Angie, luego de ese pequeño accidente.

— Considero que es mejor que lo dejes así hija... No quiero que te metas en problemas de nuevo. No contarás con suerte para la próxima. — Anastasia asiente con la cabeza, aunque algo dentro de ella le dice que averigüe el estado de salud de la princesa.

— Está bien nana. — Suspira y observa el interior de su casa. — Solo que... No sé, hablar con ella es genial y...

— Te hace falta. — Interrumpe la señora Rider. — Lo sé... Puedo sentirlo. Sin embargo, no es buena idea que preguntes por ella. — Su nana tiene razón, pero es inevitable el querer saber de Angie.

Luego del incidente, Oliver le comentó lo que observó en el instante en que la princesa se cayó y aunque no quería creerle, — en cierta parte lo hacía, — ya que sabe cuándo él dice la verdad. Estaba esperando el momento exacto para hablarlo con su abuela y preguntarle sobre ese asunto.

Y este momento es el indicado para preguntar.

— Abuela. — Logra llamar la atención de su nana. — Oliver me comentó algo que observó ese día que la princesa se lastimó. — Amanda frunce el entrecejo. — ¿De dónde conoces a esas dos mujeres que estuvieron aquí?

— ¿Joa y Luz? — Asiente con la cabeza. — Joa es una gran amiga... Tengo tiempo conociéndola. Mucho a decir verdad y su hija Luz, que es una chica grandiosa, la conozco desde que nació. — Amanda observa a su nieta. — ¿Por qué la pegunta?

— Curiosidad. — Indica no más y luego decide continuar con las preguntas. — ¿Por qué visten de negro? — Amanda vuelve a arrugar su entrecejo al escuchar esa pregunta.

Conoce tanto a su nieta que se dio cuenta de que ella trata de averiguar algo.

— Te conozco... Dime que sucede y así poder ayudarte. — Anastasia sonríe, ya que es imposible ocultar algo delante de esa señora.

— Oliver me comentó algo y aunque suene muy fantasioso, le creo. — Amanda asiente y hace una seña para que continúe. — El día que sucedió el incidente con la princesa, mi amigo, observó a alguien en las rejas que cubren la granja. También había sentido un pequeño choque de aire que lo hizo mirar hacia ese lado. Al hacerlo; se da cuenta de que era una mujer, que tenía una chaqueta larga y negra. El de inmediato la identificó... Me dice que esa prenda de vestir es la misma que cargaban esas dos mujeres cuando estuvieron aquí.

Para la mayor, eso fue demasiado extraño.

— Le creo a Oliver... Ya que esa roca con la cual tropezó la princesa, no estaba ahí antes de que ella llegara.

La Dama y La Criada © [GL] (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora