~La paradoja del molesto anacronismo~

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

(Día 3. Viaje en el tiempo.)

_._

—Escucha mocoso, te quedarás en el departamento mientras yo voy a trabajar. —Senku dirige una mala mirada a la versión más pequeña y joven de sí mismo. 

Es su sentido común el que le dice que ese chiquillo no debe abandonar la seguridad del departamento, porque si alguno de sus amigos lo viera ¿Cómo podría explicar que ese pequeño e insolente mocoso de diez años se trata de su yo del pasado que viajó dieciocho años en el futuro? 

Senku todavía no tiene una respuesta clara a esta inverosímil situación y cualquier explicación no es lo suficientemente factible para llegar a convencerle. 

Necesita mantener esto en secreto si no quiere terminar en algún asilo mental.  

—¿A quién le llamas "mocoso", anciano? —el niño le devuelve el gesto con molestia impregnando su tono de voz, se siente genuinamente ofendido por la manera en la que el hombre se dirige hacia él—. Soy Senku... Senku.  

¿Anciano? Qué chiquillo tan insolente, él es un adulto joven que apenas tiene cuando menos unos veintiocho años. Definitivamente no puede negar que ese mocoso se trata de una versión más joven de sí mismo. 

—Lo que sea, te quedarás aquí mientras averiguo cómo devolverte a tu época. —Porque este es un reto que Senku no puede ignorar. 

El niño quiere replicar, pero la mirada seria que su versión adulta le envía, lo obliga a guardar cualquier argumento lógico y debatible sobre la absurda idea de permanecer encerrado durante 8 horas. 

—Con una condición —el pequeño Senku se atreve a decir con una mirada que le indica al adulto que está tramando algo—. Tienes que dejarme entrar a tu laboratorio, porque estoy seguro de que tienes uno en este lugar. 

Por supuesto que tiene un pequeño laboratorio improvisado dentro de ese departamento. Pero no está del todo seguro si quiere dejar al mocoso jugar con el equipo de su segundo lugar de trabajo. Es una versión más joven e inexperta después de todo. 

Ante la falta de respuesta, el pequeño Senku frunce el ceño con molestia por la espera, preguntándose ¿Qué tiene qué pensar su versión anciana sobre dejarlo mirar el laboratorio? Él mejor que nadie debe saber sobre su curiosidad innata por el conocimiento.

El pequeño Senku realmente quiere mirar todo lo que el laboratorio tiene para ofrecer y por supuesto, lo que la tecnología de esa época es capaz de hacer. Una siniestra sonrisa se instala en sus labios al imaginar todo tipo de indumentaria y lo que podría hacer con ella. 

Por supuesto, Senku reconoce fácilmente dicha sonrisa en su yo del pasado. Es la misma que esboza cuando algo lo emociona. 

—Puedes entrar —Senku adulto decide al fin, después de un prolongado y especulativo silencio—. Pero, no toques nada ni juegues con las sustancias. —advierte. 

Senku estrecha su mirada en el niño para recalcar su amenaza implícita. Por mucho que entienda la motivación y emoción del niño por el laboratorio, sabe también que no es lo ideal. 

—¿Cuándo me volví tan aburrido? —el pequeño Senku bufa, hurgando en el interior de su oreja. 

Pero la versión adulta ignora el comentario del chiquillo. 

—Estás advertido mocoso, mantén tus manos curiosas lejos de mis cosas. 

Sin más que agregar, Senku se marcha hacia su trabajo cuando se da cuenta de que tiene cuando menos quince minutos de retraso. Sin embargo, Ryusui, su jefe, no es un tipo al que le importe mucho la puntualidad. 

SenHaku WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora