~Reinventando el destino. ~

207 18 2
                                    

Dr. Stone no me pertenece, es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia. 

_._

—¡No voy a dejarla morir! —a pesar de la abismal diferencia de altura y complexión, Kohaku es la única en la aldea (además de Ruri, por supuesto) que puede hacer frente a Kokuyo sin temer a las consecuencias por retar y desobedecer al actual líder. 

Su determinación y el amor hacia su hermana impulsan su temeraria actitud, y en el fondo no es como si no supiera que su padre jamás les haría daño intencionalmente, ya que, de hecho, sería el mismo Kokuyo quien tomaría represalias contra cualquiera que se atreviera a poner una sola mano en sus hijas. 

—Kohaku… —el hombre si bien entiende (en parte) la actitud de su hija, no es algo con lo que esté dispuesto a lidiar ni a discutir nuevamente en ese momento—. Tu hermana no sobrevivirá al terrible castigo que los dioses han puesto sobre ella, y lo sabes —incluso él lo sabe, una terrible verdad que con pesar en su corazón ha llegado a aceptar—. Es por eso que aceptaste ocupar su lugar como la sacerdotisa de la aldea. 

—No soy un reemplazo de Ruri-nee, padre —Kohaku no accedió por resignación al cargo que originalmente (y por derecho de nacimiento) le pertenecía a su hermana, sino que lo hizo como un acto de apoyo hacia una ya muy enfermiza Ruri—. Ocuparé su cargo como sacerdotisa hasta que ella mejore… hasta que encuentre una cura para su malestar. 

Ese es el objetivo y la promesa que Kohaku ha hecho a su hermana desde el momento en el que supo de su maldita enfermedad, enfermedad que se ha agravado con los años hasta el punto de dejarla prácticamente postrada y encerrada.  

Y ahora después de años, Kohaku al fin tiene una pequeña esperanza que no dejará pasar. Aún si eso significa ir en contra de su padre y de su título como tal. 

—¡Ya basta Kohaku! —la poca paciencia del hombre se ha agotado y en ese breve lapso de desesperación, su tono de voz se eleva más de lo normal, alterado por la actitud pendenciera de quién se supone será la sucesora del cargo más importante para su pueblo—. La gran batalla comenzará en un par de días, te casarás con el que resulte ganador y entregaré mi puesto al nuevo líder. —su tono es inflexible al respecto, después de todo, esa es la sagrada traición de la línea de sucesión y una ley absoluta en la aldea, transmitida por sus antepasados. 

Nada puede cambiar. 

Y Kokuyo hará hasta lo imposible para que Kohaku no intervenga como sabe que lo hará, y es por eso que ha prohibido tajantemente su participación o cualquier intervención que ella tenga planeado el día del evento. 

—Y también… —el líder aún no ha terminado, aún hay algo que quiere dejarle muy en claro a su rebelde hija menor—. Magma me informó que te vio hablando con ese extraño forastero ¿Sigues en contacto con él? —el semblante de Kokuyo se arruga ante la sola idea de que Kohaku tenga la osadía de desobedecer aún más sus reglas y se acerque a un potencial peligro para la aldea—. Conoces las reglas Kohaku, te prohíbo que te acerques a ese forastero, incluso si Chrome lo conoce o si este hombre te salvó la vida… no le debemos ningún tipo de gratitud y no puede poner un pie en la aldea, no es bienvenido aquí. 

Kohaku promete darle su merecido a Magma apenas se presente la oportunidad (que espera sea pronto), y es consciente de que su padre ahora sabe que está en contacto con el extraño hombre que conoció cuándo éste la salvó en el bosque. Tal vez fue ingenuo de su parte pensar que Kokuyo cambiaría de opinión y recibiría a Senku con los brazos abiertos simplemente por evitar que el árbol que su misterioso atacante (al que ahora conocía como Tsukasa) la aplastara. Si bien el chico parece en ocasiones una pequeña escoria aprovechada, en el fondo Kohaku sabe que hay algo bueno en él. 

SenHaku WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora