Capítulo I

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—Lyra, cariño despierta—siento que alguien me sacude por el hombro pero tengo demasiado sueño así que sigo durmiendo.

La agradable oscuridad en la que encontraba sumida desapareció con el resplandor de una luz brillante que se cuela a través de mis párpados. Abrí los ojos y vi que alguien había abierto de par en par las cortinas de mi habitación. Era Desdémona mi madrastra. Ella era una mujer hermosa a pesar de su edad, tenía un espeso caballo cobrizo y unos bonitos ojos verdes siempre con una expresión amable . Era mas joven que mi padre y había sido la única madre que conozco.

—¿Qué pasa—le pregunto aún medio dormida.

—Que hoy partes al castillo de tu prometido—con solo oír eso mi estómago se retuerce.

—¿Es hoy?—rezo para que sea un error.

—Claro, si no yo no estaría aquí molestando tan temprano.

—Tú no me molestas. Lo que me molesta es esa luz. Cierra las cortinas antes de que se me quemen los ojos.

—Las doncellas te están esperando abajo para bañarte y prepararte. Te esperaré con ellas.

—Está bien gracias.

Ella salió dejándome sola en la habitación. Me incorporé y me quedé unos segundos mirando a la nada para ubicarme en tiempo y espacio. Me sentía impotente, me iban a entregar a un completo extraño y yo no podría hacer nada. Podría intentar fugarme pero mi padre me encontraría aunque me metiera debajo de las piedras. Aún así si lograba esfumarme con éxito una de mis hermanas ocuparía mi lugar. No hay otra opción, este es mi destino.

Tan solo pensar en que me casaría con un hombre que puede ser mi abuelo se me revuelve el estómago. Tal vez podría matarlo y hacer que pareciera muerte natural. Así sería dueña y señora del castillo sin tener que volver a ver a mi repugnante padre.

El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Seguro era Desdémona que venía a averiguar por qué no había bajado ya.

—Adelante.—la puerta se abrió y era mi hermano Casio.

—Buenos días dormilona.—dijo con una sonrisa triste.

—Viniste a despedirte.

—No tienes que hacer esto—dijo molesto y se sentó a mi lado mientras los rayos del sol se colaban en su cabello que era de un hermoso color miel dándole un tono dorado en perfecta combinación con sus ojos avellana. Sin dudar mi hermano era uno de los hombres mas guapos del pueblo sus rasgos eran ángulosos y en mi opinión bastante simétricos

—No hay otra forma.

—Tú y yo sabemos que esto no es justo.

—Nadie dijo que fuera justo.

—No lo permitiré —se paró de golpe cerrando los puños y sus nudillos se pusieron blancos.

—¿Que harás? Te pondrás un vestido e irás en mi lugar.

—Como puedes bromear con algo así.

—¡Ya basta! Déjame en paz, no lo hagas más difícil .

—Lyra no lo entiendes—dijo agarrándome por los hombros—Ya lo tengo todo arreglado.

—¿De que hablas?

—En las cuadras hay un carruaje y una bolsa de oro esperándote.

—¿¡Qué!?

—Lo he preparado todo para que huyas.

—Te volviste loco. Eso es estúpido—le grité exasperada—¿Crees que no pensé en huir? Claro que lo pensé y es inútil porque padre hallará la forma de encontrarme.

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora