Apenas pude conciliar el sueño porque aún después de curar los rasguños que me habían producido las zarzas las heridas palpitaban bajo el vendaje. Pero llegó el momento en el que me venció el cansancio. Desperté cuando el resplandor de una luz me que se colaba por la ventana me empezó a molestar en los ojos.
Miré hacía la ventana abarrotada lo cual no tenía sentido aunque anoche vi los barrotes no me había detenido a pensar como habían llegado hasta ahí. A menos que las habitaciones de este lugar cambiaran conforme a la voluntad de su dueño. De repente los recuerdos me golpearon uno tras otro pero los detalles se esfumaban. Miré mis brazos pero no tenía vendajes ni marcas. Nada, mi piel estaba completamente sana ¿Acaso estaba perdiendo el juicio? . Las zarzas intentando matarme parecían tan tan reales que costaba creer que todo había sido un sueño. Unos toques en la puerta interrumpieron mis pensamientos.
-¿Quién es?
-Soy yo, Lucian
-Adelante.
-Buenos días señorita.
-Buenos días.
-Tengo órdenes de llevaros a tomar un baño.
-¿Qué?
-No os preocupéis no la asistiré mientras lo hace.
-¿Dónde están las doncellas?
-No las hay. Tendréis que hacerlo por vuestra propia cuenta.
-¿Sois el único sirviente de este lugar?
-Sí-respondió él en el tono seco y formal que siempre usaba.
-Me parece injusto que una sola persona se haga cargo de este lugar.-dije con la intención de percibir cualquier atisbo de rencor que le guardara a su señor.
-Es mi trabajo y no es una carga tan pesada como pensáis.-respondió secamemte sin emoción.
-Entiendo.
-Os estaré esperando afuera.-dicho esto se retiró.
Al parecer no podía contar con su ayuda, el hombre era fiel a su amo como un perro. Él no movería un dedo para que ayudarme a escapar. Resignada salí y como había dicho me aguardaba en la puerta. Me guío a una puerta que estaba al final del pasillo que por alguna razón yo no la había notado antes. Todo estaba preparado, una tinaja descansaban en el centro de la habitación frente a una chimenea, al lado había una pequeña mesa con paños, jabones y toallas. Detrás se encontraba una mesa grande con varias cajas encima y de la pared colgaba un espejo con el borde dorado.
-Las cajas son para usted. Encontraréis en ellas todo lo que necesitáis.
-Pero vuestro señor me dijo que podía usar lo que yo quisiera.
-Lo siento señorita pero tengo órdenes de esperados en la puerta y llevaros a la capilla cuando estéis lista.
-Está bien-dije entre dientes con la sangre hirviendo de rabia.-Podéis marchaos.
Hizo una reverencia y se alejó a grandes zancadas y cerró la puerta. Una vez que estuve sola me demoré tanto como pude solo para molestar. Si tantos deseos tenía de casarse conmigo tendría que esperar. Las cajas estaban repletas de adornos, encajes, enaguas y en la mas grande había un vestido blanco de seda con varias capas de tela en la falda y unas mangas de tul apretadas en los codos y las muñecas. Y la parte del escote era bordada por perlas pequeñitas que bajaban haciendo un delicado diseño, era hermoso.
Tardé bastante en colocarme cada prenda. No estaba acostumbrada a vestirme sola y ponerse un corsé no era lo más fácil del mundo. Me recogí el cabello con perlas a juego con el vestido. Cuando salí Lucian me examinó pero su rostro no delató ninguna expresión y se limitó a tenderme el brazo.
ESTÁS LEYENDO
Belleza Oscura
FantasyUna chica condenada a hacer algo que no quiere por el bien de su familia. Un castillo que guarda muchos secretos Dos hombres misteriosos Uno de aspecto sobrenatural y el otro sin recuerdos. La nueva portada es cortesía de @MarianMoreno55 muchas gr...