Capítulo XII

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                       Desconocido

Bajé las frías escaleras de piedra resbaladizas por la humedad. Hace mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí y apenas recuerdo en que parte está ella. Al llegar abajo reviso las primeras celdas y están vacías. Continuo por el largo pasillo de piedra enmohecida. Me pareció ver al en la celda que acabo de pasar pero al iluminar con la antorcha no hay más que sombras.

Iba a seguir buscando cuando de las sombras surgió una silueta enjuta. Acerqué más la antorcha y los rasgos de la figura se aclararon.

—Por fin te has dignado a visitarme.—dijo la mujer acercándose a los barrotes de la celda.

—Crees que después de lo que me hicisteis deseaba veros.

—¡Tú me traicionaste!—me acusó

—Yo os traicione. Si a eso llamáis traición como se llama lo que hicisteis conmigo.—ironicé

—Tú no lo entiendes. Lo hice por tu bien.

—Lo único que entiendo es que tú egoísmo no tiene límites.

—Todo hubiera sido diferente si ese chico no hubiera metido sus narices en lo que no debía.

—Te refieres a que todo hubiera sido diferente para ti. Si más no recuerdo la única beneficiada eras tú.

— No sabes el honor que rechazaste al seguir a ese cobarde.

Parecía mentira que después de tantos años todavía no era capaz de admitir lo que hizo. Traté de mantener la calma pero siempre que venía salía hecho una furia.

— No me imagino que honor puede haber en ser esclavo.—dije entre dientes

—Estabas donde tenías que estar, con los tuyos.

—¿Con los míos?—solté una risotada ante su descaro— Yo no soy como tú.

—Veo que la llegada de la chica te ha dado valor.—dijo en tono insinuante

La sola mención de ella me tensó. Apreté los puños y los dientes para controlarme.

—No la toques ni con el pensamiento o te arrepentirás.—dije secamente y ella soltó una risa histérica

— No me hagas reír.—abrió los brazos y giró en su lugar— ¿Que puedo hacer entre estas cuatro paredes?

—Crees que no sé que tienes algo que ver con la muerte de esas pobres chicas.

— ¿Que harás al respecto?—dijo burlándose— ¿Matarme? No lo creo, no eres capaz. Siempre ha sido un cobarde como tu..—no la dejé terminar y la agarré por el cuello a través de los barrotes

—Si dices una palabra más te romperé el cuello y libraré de ti a la humanidad.—dije mirándole con furia.

—Vas a matarme.—dijo con voz entrecortada aferrándose a mi brazo —Estoy orgullosa de ti, por fin dejas de ser un blandengue sentimental.—la solté y cayó al suelo frotándose el cuello

—Sólo déjala en paz .—escupí con rabia

—¿La amas?—no respondí a su pregunta— Tu silencio me dice muchas cosas.—sonrió con malicia y me miró desde el suelo— Es cierto que el puñal siempre lo clava quien menos esperas.

—¡¡Cállate!!—le grité— ¿Tú que sabes de amor o lealtad? Si nunca has querido a nadie ni te has sacrificado por alguien.

Ella se puso de pié y se agarró nuevamente a los barrotes

—Liberame y ella será tuya.

—Primero me cortaría las manos antes de sacarte de aquí y prefiero verla en los brazos de otro antes de verte libre.

—¿Dos siglos de prisión no te parecen suficiente para lavar mi culpa?—preguntó con voz amarga

—Lo que hicisteis no tiene perdón.

—Después no te lamentes cuando veas a tu amada muerta.—respondió en tono cortante.

—Ese día no me lamentaré vendré aquí y te mataré sin piedad. Si he tenido consideración hasta ahora lo olvidaré el día que le toques un solo cabello.

—Tienes fe en ella para romper la maldición pero tu y yo sabemos que eso no pasará.

—Eso ya lo veremos—me voltee dispuesto a irme apretando los puños y respirando grandes bocanadas para enfriar mi genio.

—¿Entonces nos vemos los próximos cien años?—preguntó con sarcasmo

—Tal vez —respondí en el mismo tono sin voltear a verla.

—Hasta pronto hijo mío.

—Adiós madre—dije arrastrándo la última palabra como si fuera una injuria


Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora