Capítulo XXII

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No podía creer lo que había escuchado. No me sorprendió tanto que dijese que Bastien era su hijastro como el hecho de que Lucian era su hijo. Eso quería decir que eran hermanos, todo este tiempo Bastien estuvo conviviendo con su hermano sin saberlo. Aquello no podía ser cierto, esa mujer tenía que estar mintiendo.

-¿Me estáis diciendo que Bastien y Lucian son hermanos?

-Medio hermanos -rectificó ella.

- No puede ser-negué con la cabeza sin querer creer

-Es la verdad. -respondió la mujer secamente

-¿Por qué Lucian no dijo nada en todos estos años?

- No puede, le hechizaron para que no hablara.

Ya sabía que él no podía hablar sobre ciertas cosas pero no imaginé que cargara con un secreto como este.

-Por eso le sirve a Bastien, para estar cerca de su hermano.-dije para mi misma.

-Siempre le ha tenido una devoción ciega a su hermano-dijo ella con molestia.

-¿Sabe Lucían que estáis aquí?-pregunté y ella se puso más pálida de lo que ya estaba.

-Él me encerró aquí-dijo con expresión sombría.

-¿Por qué haría algo así? Le conozco y me parece un buen hombre.

«Lucian no es así. Algo debió ocurrir»

-Desde niño me ha culpado por lo que le ocurrió a su hermano.-respondió con la expresión vacía-Pero basta de chacharas ¡Liberame ya!—dijo empujando los barrotes.

— No saldrás de aquí hasta que no me cuentes toda la historia. Quiero saberlo todo y por qué estáis aquí.

—Ya te dije lo que querías.—protestó—Eres una mocosa tramposa.

Ya empezaba a chocarme que se refiriera a mi como si yo fuera una niña.

—Parece que no tenéis muchos deseos de salir—ironicé para molestarla.

Bufó y dijo algo inteligible—Está bien, te contaré—me miró con cara de fastidio y se sentó en el piso—Te recomiendo que tomes asiento niña, la historia es larga.

Las múltiples capas de tela de la falda de mi vestido me impidieron sentir el contacto del suelo frío pero a ella no parecía importarle que el suelo estuviera frío y mohoso.

—Si eres inteligente te habrás dado cuenta que no soy humana.

En realidad pensé que ella era víctima de un hechizo como el de Bastien pero me equivoqué.

—¿Entonces qué eres?—pregunté temerosa de la respuesta.

—Soy una Ondina.

—Tú..—dije en tono acusador.

— No es lo que piensas y no debes tenerme miedo, hace muchos años renuncié a mi poder.

—Bastien dijo que las ondinas son seres tramposos.

—Y no está errado pero si sigues interrumpiendo no te contaré lo que ocurrió—dijo con fastidio.

—¿Como sé que no me estáis mintiendo?

— Llevo 200 años en esta prisión ¿Crees que le mentiría a quien tiene mi libertad en sus manos? Además naturaleza me obliga a cumplir mis tratos.

«Bastien dijo lo mismo. Entonces dice la verdad»

—Está bien, pero nada de trucos o te pudieras en esa celda.

—Trato hecho humana—dijo tendiendome su pálida mano y después de dudar la acepté.

—Ahora cuéntame lo que pasó.

Soltó un suspiro y comenzó

"El padre de Bastien se llamaba Arthur Alfort  y era un duque. Lo conocí por casualidad cuando salió a cazar un día, el muy tonto me sacó del lago pensando que estaba en peligro cuando en realidad intentaba ahogarlo—ella sonrío nostálgica pero lo que me contaba me pareció macabro—Me hizo muchísima gracia que intentara salvarme cuando yo lo que quería era guiarlo a una muerte segura por puro capricho.

No buscamos a los humanos solo para hacer tratos también nos entretiene jugar con sus vidas. En medio de aquella situación absurda decidí seguirle la corriente y hacer el papel de chica inocente agradecida sólo para divertirme con la estupidez humana. Pasé la tarde conversando con él y dejó de parecerme un tonto además tenía la belleza de un ángel sería mentira decir que su compañía no me era agradable.

Cuando fue hora de irme él me dijo que quería verme de nuevo—soltó una carcajada que me heló la sangre—Típico de los humanos siempre caen rendidos ante una cara bonita. A partir de ese momento nos comenzamos a ver todos los días y a desarrollar una extraña amistad.

Quería saber todo sobre él y ver las maravillas que me contaba aunque yo pudiera hacerlas tangibles con mi magia lo que me atraía de su mundo era él. Una tarde me dijo que era viudo y tenía un hijo pequeño que necesitaba una madre así que me pidió que fuera su esposa. No me presionó, me dio todo un mes para pensarlo y por supuesto acepté, yo no era la primera de mi raza en casarse con un humano pero debía pagar un precio muy alto para estar con él. No podría volver a usar magia, no volvería a ver mis hermanas y no podía regresar al lago.

—¿Entonces te volviste humana?

— No, nací como ondina y es lo que soy independientemente del camino que haya escogido. Jamás seré humana, aún despojada de mi poder no soy una simple mortal.—dijo cortante como si mi pregunta la hubiera ofendido y continuó la historia.

—"Me casé con Arthur y conocí a su hijo Bastien de 7 años. Era un niño muy callado y tranquilo no molestaba para nada así que fui amable con él porque era buen niño y porque amaba a su padre. Pero siempre me inquietó su mirada, era como si vigilara cada uno de mis movimientos esperando a que hiciera algo mal para contárselo a su padre.

Un año después nació Lucian y para mi sorpresa Bastien no se puso celoso como yo esperaba de cualquier niño humano. Todo lo contrario, era muy protector con Lucian y mi hijo veía por los ojos de su hermano. Eran inseparables y a mi me daba igual porque tenía a Arthur a mi lado y nada más importaba. Cuando Lucian tenía 12 años y su hermano 20 Arthur enfermó y un día cerró los ojos y jamás los volvió abrir—se hizo un royo en el suelo y abrazó sus rodillas. Su voz sonaba tan triste que casi sentí lástima por ella—Sabía que la vida de los humanos era efímera como la llame de una vela pero nunca pensé que la de mi Arthur se apagara tan rápido. Aún era joven cuando murió y después de que se fue me volví loca ya no soportaba a los mortales porque todos eran un recordatorio de él y de que lo había perdido para siempre. Empecé a llevarle regalos a mis hermanas cada Luna llena y accedieron a dejarme volver. Tomé a mi hijo y partí una noche de Luna llena, por algún motivo Bastien nos siguió y pensó que iba a entregar a Lucian como esclavo a las ondinas e hizo el estúpido trato que tanto lo ha atormentado por años. Lucian era un niño y creyó que yo era la mala y fue tras los pasos de su hermano. Cuando fue un poco mayor hizo otro trato para recluirme aquí y ese es el final de la historia.

—Ahora cumple con tú parte, niña.

Me levanté del suelo y probé la llave encajó perfectamente en la cerradura liberando a la madre de Lucian. Se quedó mirando la celda abierta y salió arrastrándose.

—Cuantos años esperando este momento—dijo arrastrándose hacía afuera—Gracias a ti soy libre, no olvidaré este favor—dijo poniéndose de pie.

—¡¡NO!! —gritó alguien a mi espalda y ambas miramos—¿Lyra, que has hecho?—dijo Lucian como si hubiera visto un fantasma

Miré de nuevo hacía donde estaba su madre pero ya había desaparecido.

«Dios mío que he hecho»

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora