Capítulo VII

521 32 0
                                    

Me sentía el cuerpo descompuesto y la garganta adolorida pero lo que me sorprendió fue ver una figura familiar sentada en un sillón junto a mi cama.

—Gracias a Dios has despertado—dijo Desdémona dándome un fuerte abrazo.

La sorpresa me invadió y sólo una pregunta salió de mis labios.

—¿Que haces aquí?

—Tu esposo solicitó la presencia de tu padre diciendo que era posible que estuvieras viva y yo le insistí para que me dejase venir a verte. Pero cuando llegamos tu esposo nos dijo que estabas convaleciente así que me brindé para cuidarte y nos contó como un cochero te secuestró pensando que ganaría una gran fortuna por traerte.

Al parecer no mencionó la parte que involucraba mi fuga y la colaboración de mi hermano

Acababa de despertar y ya estaba molesta. El mal nacido de Bastien me había encerrado para nada y sería un placer restregárselo en la cara cuando lo viera.

—¿Donde está Bastien?

—Le he dicho que fuera a descansar. No se veía bien aunque nos turnamos para cuidarte yo solo permanecía contigo parte de la noche hasta las primeras luces del amanecer. El resto del tiempo estuvo a tu lado velando y cuidando que no te faltara nada —dijo mi madrastra con voz dulce y suspiró—Tienes tanta suerte de tener un marido tan atento.

«Si ella conociera al verdadero Bastien no diría eso»

Si me había cuidado era por remordimiento o para dar la impresión de marido ejemplar delante de mi familia.

—Si tengo mucha suerte—dije sin emoción.

—¿Pasa algo?—preguntó con preocupación

—No, es sólo que aún me siento un poco débil—agregué rápidamente

—Es normal después de haber sufrido hipotermia. Bastien nos dijo que te caíste en el lago mientras patinabáis.

«Mentiroso, ni siquiera hay un lago»

—¿Cuando llegasteis padre y tú?

—Hace un día y medio. Cuando llegamos ya llevabas dos días en cama.

—Eso significa que llevo tres días y medio durmiendo.

—Sí

—Eso explica porque tengo tanta hambre.

—Espera iré a avisarles a todos que has despertado—dijo con entusiasmo y abandonó la habitación.

Mientras disfruté el té humeante y el pan que habían en una bandeja junto a la cama. Luego decidí cambiarme el camisón por algo mas abrigado y opté por un vestido color lavanda con mangas ajustadas en el codo que luego caían acampanadas con el escote bordado en oro. Estaba demasiado indispuesta para hacer algo por mi cabello castaño rojizo por lo que esperaría a Desdémona para que me peinara cómo solía hacerlo en casa.

Unos toques interrumpieron

—¿Puedo entrar?—preguntó Bastien asomándose en la puerta.

—No, no puedes. Vete no quiero veros.

Como siempre hablé con la pared y él entró.

—Se que estáis molesta pero hice lo que tenía que hacer.

—Molesta es poco para definir la ira que estoy sintiendo en estos momentos ¿Y todavía sois tan cínico para justificar lo injustificable?

—Creo que os debo una disculpa—dijo frotándose el cuello.

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora