Entramos a una sala en la que no había estado antes ni sabía de su existencia. No había muebles solo amplias puertas que daban a balcones que en realidad resultaron ser palcos de un teatro. No importa cuantos imposibles hubiera presenciado siempre terminaba sorprendida. Después de la obra le convencí de que fuéramos de picnic al jardín encantado. Realmente me gustaba ese lugar y me moría de ganas de visitarlo durante la noche para contemplar con mis propios ojos la lluvia de estrellas de la que Bastien me habló.
Quizá este fuera el último día que pasaríamos juntos y deseaba tener un buen recuerdo de él. Hoy apenas tuviera una oportunidad buscaría las llaves por eso me empeñaba en que este día fuera perfecto. El aspecto de Bastien había cambiado, su piel estaba demasiado pálida como si estuviera enfermo y su tacto era frío. No mencioné nada al respecto pero estaba segura de que su aspecto era una de las consecuencias de su nuevo trato con las Ondinas.
Estábamos tendidos sobre la manta en el césped buscando formas en las nubes. Cuando la voz de Bastien me sacó de mi embelesamiento.
—Hoy estás distinta.
—¿Eh?—me tomó unos segundos asimilar sus palabras.
— No pareces tú. Estás más cariñosa y tolerante que de costumbre. —dijo mirándome fijamente.
—Parece que os gusta el maltrato—dejé las nubes para mirarle.
—Es como si te fueras a morir y te estuvieras despidiendo de mi—dijo entre risas pero se puso serio al ver que yo no me reí—¿No vas a dejarme? ¿O sí?
— Por supuesto que no, idiota.—le dije riendo nerviosa— Que cosas decís.
Al parecer mi inoportuno ataque de risa lo calmó y suavizó su expresión.
—Por supuesto que no me dejarás. No encontrarás a nadie como tu amado señor.—dijo burlándose colocándose los brazos detrás de la cabeza como almohada y volviendo la vista al cielo con una sonrisa en los labios mientras el viento mecía los flecos de su frente.
—Ya estáis diciendo tonterías de nuevo.—respondí reprimiendo una sonrisa.
—Ya eres tú otra vez.
—Bastien—dije poniéndome de lado y él hizo lo mismo quedando uno frente al otro.
—¿Sí?
—Te haz puesto a pensar que yo voy a envejecer y seré una carga para ti.—dije tratando de sonar casual.
—¿Por qué piensas eso?—preguntó contrayendo las cejas.
—Tú seguirás indiferente al paso del tiempo pero yo no y seguramente tú te sentirás atraído por alguien más joven y bonita que yo. No me gustaría ser un estorbo en tu vida.
—Yo no quiero a alguien más joven y bonita—dijo con voz suave jugando con mi cabello— ¿No lo entiendes? Te quiero a ti, hoy, mañana y siempre serás tú. No me enamoré de tu belleza ni de tu cuerpo, me enamoré de tu alma. El cuerpo envejece pero el alma es inmortal y eterna.—concluyó acariciando mi mejilla.
—¿Qué harás cuando yo muera?—pregunté con seriedad
—Moriré contigo.—respondió con una sonrisa
— No estoy bromeando.—le reprocho
— No lo sé, no pienso en eso.—dijo queriendo desviar el tema— Me gusta pensar que tenemos toda la eternidad.
—Pero no la tenemos.
—Lo sé, no sabes como desearía ser un hombre normal. Ojalá te hubiera conocido en otras circunstancias o en otra vida.
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Belleza Oscura
FantasyUna chica condenada a hacer algo que no quiere por el bien de su familia. Un castillo que guarda muchos secretos Dos hombres misteriosos Uno de aspecto sobrenatural y el otro sin recuerdos. La nueva portada es cortesía de @MarianMoreno55 muchas gr...