Capítulo XXIII

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Ella mintió, había dicho que no tenía poderes y ahora había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Fui una estúpida al confiar en su palabra pero eso no quitaba el hecho de todo lo que Lucian había ocultado durante tantos años.

— No tienes idea de lo que has hecho.—dijo él muy alterado enterrando sus dedos en su cabello plateado.

—Lucian, por favor tranquilizate—dije tratando de mantener la calma.

— ¡¡No sabes de lo que es capaz esa mujer!! —alzó la voz y se acercó a mi —¡Si no fuera peligrosa no hubiera estado aquí! ¿Acaso no te detuviste a pensar eso?

Su actitud ya empezaba a hacerme enojar, no tenía derecho a gritarme de esa manera y a la vez me sorprendía que me estuviera tratando así. Sin dudas había sido un error liberarla.

—Esa mujer es tu madre—respondí en mi defensa y su expresión se tensó.

Apretó los labios como si quisiera decir algo y se estuviese conteniendo.

Ante su silencio continúe.

—Ya lo sé todo.

—Sea lo que sea, lo que te haya dicho es mentira.—dijo en tono mordaz.

—Sé que Bastien y tú sois hermanos y también que encerraste a tu propia madre durante dos siglos.

—Tuve mis razones—dijo apartando la mirada como si se avergonzara al mirarme.

—¿Entonces no niegas que lo hiciste y que Bastien es tu hermano?

—No, y te puedo asegurar que todo lo que hice fue por mi .....—no pudo terminar la frase por su maldición pero la palabra que seguía era "hermano".

—Lo sé, ella me lo dijo.

— No puedo creer que una sola verdad haya salido de los labios de mi madre.

—Al parecer fue bastante honesta.

—Yo no estaría tan seguro de eso—dijo en tono escéptico—Lyra—puso sus manos en mis hombros y me miró como sí quisiera atravesar mi alma—Dime exactamente palabra por palabra lo que te dijo mi madre.

—Está bien—dije exhalando.

Y en ese momento noté el leve parecido que tenía con su hermano sintiéndome tonta por no darme cuenta antes. Sus ojos eran grises como los de Bastien pero en un tono tan claro que parecían de hielo. Se parecían en la forma de la nariz y los labios pero ese detalle era disimulado porque el rostro de Lucian era más fino y menos anguloso. Si su cabello plateado fuera negro resaltara más su parecido.

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          Narrador Omnisciente

Lucian había abandonado la sala para dejar que Bastien interrogara a solas al merodeador que había capturado antes de que las zarzas lo asfixiaran.

El hombre se encontraba atado a una silla y su cabeza estaba cubierta por una funda negra, gimoteando asustado.

—Por favor tened piedad de mi—rogó el hombre—Juro que no volveré a poner un pie en este maldito lugar si me dejáis ir.

Bastien lo miró con desprecio a pesar de que el hombre no podía ver su expresión bajo la tela. Se acercó y le quitó la funda de la cabeza.

El hombre no era muy joven, de barba espesa y cabello abundante. Le lanzó una mirada suplicante a su captor pero él lo fulminó con la mirada con el ceño fruncido y le jaló la cabeza hacia atrás por el cabello.

—Dime que buscabas en mi propiedad o te romperé el cuello—dijo Bastien en un tono seco y serio.

—Todo fue un error señor, no buscaba nada—lloriqueo el hombre.

—Te daré una oportunidad—dijo tirando con mas fuerza del cuero cabelludo del hombre—Si me dices la verdad te dejaré vivir pero si me mientes te torturaré lentamente hasta que la muerte te parezca un regalo.

El hombre lo miró con ojos vidriosos y tragó en seco al ver el semblante sombrío de Bastien.

—Un hombre nos pagó —dijo el merodeador y Bastien abrió los ojos sorprendido pero cambió rápidamente su expresión.

—¿Qué hombre?—preguntó soltando el cabello del hombre al que ya le dolía el cuello.

El hombre vaciló pero Bastien tomó una daga del escritorio y pasó su dedo por el filo. El hombre aterrorizado tragó en seco y finalmente respondió

— No lo conozco—su interlocutor lo miró alzando una ceja jugueteando con el arma en las manos. Enseguida el hombre continuó— Pero pagó una buena suma a cambio de que le lleváramos a la chica.

—¿Cómo se llama ese hombre?—preguntó entonando los ojos—Por tu bien espero que me lo digas si lo sabes.

—Juro que no lo sé, por favor déjeme ir.—suplicó negando con la cabeza.

—¿Donde puedo encontrarlo?—se acercó con pasos pesados y acercó la hoja del cuchillo a la garganta de su prisionero—Dime donde está ese mal nacido y saldrás ileso de aquí.

— Está aquí, muy cerca de los límites de su propiedad esperando que mis hombres y yo regresemos con la chica.—respondió atropelladamente—Le digo la verdad, ahora liberame.

—Creo que te quedarás un poco más aquí—respondió dejando el cuchillo en la mesa y al prisionero maldiciendo solo en la habitación

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Lucian escuchó en silencio lo que me contó su madre y cuando terminé. Cerró los ojos y suspiró.

—¿Qué ocurre?

—Lyra, siempre hay dos versiones de la misma historia y te puedo asegurar que las cosas no fueron así.

—Ella dijo que mientras estuviera bajo nuestro trato no podía mentir.

— No lo hizo, ella te contó su versión de los hechos, su verdad. 

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora