Epílogo

506 28 1
                                    

Me despierto de golpe con la respiración acelerada y una sola cosa se repite en mi mente. «No fue un sueño» . Una voz conocida me saca de mi estupor.

—¿Estás bien Lyra?—parece que tuviste una pesadilla dijo mi hermana Claudia.

—Si eso creo, fue solo un sueño—respondo para que me deje en paz.

—¿Quién es Bastien?—pregunta ella pero no pienso decirle la verdad y me limito a mirarla con mala cara—Has dicho ese nombre dormida.

— No es nadie, seguro lo leí en algún libro y por eso lo habré mencionado.

—¿Segura que no es ningún chico que conociste?

—¿Por qué no vas a molestar a tu madre?

—Parece que alguien se levantó de mal humor hoy.—dijo levantandose de mi cama—Solo vine a decirte que hoy iremos a la plaza.

En el fondo me sentía culpable por tratarla tan áspero al final ella no tenía la culpa y mucho menos idea de lo que me estaba pasando. Incluso si le contara a alguien mi situación nadie me creería. Me quedé unos segundos procesando toda la información. El tiempo había vuelto atrás y él ... De tan solo pensarlo se me aguaron los ojos. Bastien ya no estaba,  era imposible que viviera tantos años en su condición de humano común y corriente. El llanto incontrolable brotó de mis ojos ¿Como podría vivir sin él?

Tocaron la puerta y tuve que ahogar mis quejidos.

—Lyra,  apresurate recuerda que hoy iremos de compras.— Era la voz de mi madrastra.

—Hoy estoy un poco indispuesta,  vayanse sin mi.

—Llevo toda la semana tratando de convencerte—dijo con un tono de suplica—¿Estás enferma? ¿Puedo entrar?

—No, estoy bien. Iré con ustedes.—accedí porque no quería que nadie me viera llorando sin razón aparente y mi comportamiento raro levantaría sospechas sobre mi honor y mi salud mental.

Me preparé sin mucha emoción y bajé hasta donde me esperaban mi madrastra y mis hermanas

— Vamos chicas el carruaje nos espera afuera.

—Lyra puedes quitar esa expresión parece que tienes un limón en la boca.—dijo Claudia con el ceño fruncido.

La ignoré y miré por la ventana del vehículo. Nos detuvimos en la plaza y bajamos del carruaje cada una con su cesta. La plaza estaba llena de tiendas y puestos de venta y en la cesta de cada uno había una bolsita de monedas de oro. Me preguntaba que tipo de vida llevaría a partir de ahora pero no dejaba de pensar en Bastien. Recorrí el lugar sin mirar nada con mucho intéres. Solo llamó mi atención un anillo parecido al que Bastien me había regalado pero este era de oro con una delicada pierdra azul grisasea en el centro de la rosa de diminutos petalos dorados.

—¿Le gusta señorita?—preguntó el vendedor

Solo atiné a responder con la cabeza

—Umm, una elección acertada,  un anillo con el estandarte del ducado

¿El ducado? A que se refería estas eran las tierras del señor del castillo pero no un ducado. Aunque tenía sentido,  el padre de Bastien era un Duque así que al final las tierras y el título había vuelto a ser una realidad.

—Es muy bonito—me limité q responder—Lo llevaré ¿Cuánto es?

—Son 30 pero es usted muy hermosa así que serán solo 25 monedas.

Le agradecí el descuento y le pagué como correspindía.

—¿Se lo envuelvo o se lo llevará puesto?

—Lo llevaré puesto—respondí colocando el anillo en mi dedo anular.—Muchas gracias.

Abandoné el puesto y caminaba tranquilamente cuando escuché el relinche de un caballo seguido de un fuerte estruendo acompañado de gritos gritos y sonidos de chillidos. La gente corría apartandose empujandome y entonces lo vi. Un caballo desbocado se acercaba a pocos metros e iba a pasar justo por  encima de mi si no me apartaba.

Vaya nuevo comienzo el mío pensé con ironía. La verdad no me importaba si este era el fin no tenía nada que ganar ni nada que perder así que me quedé ahí petrificada cuando alguien tiró de mi brazo y me abrazó apartandome del camino de la bestia sin freno.

Abrí los ojos y levanté la mirada tropesando con la de mi salvador. Lo que vi me dejó helada,  no podía ser . Aquellos ojos,  aquel cabello y la expresión de las cejas.

Una sola palabra se escapó de mis labios.

—Bastien...

Él me miró extrañado y sonrió desconcertandome aún más.

—Me temo que me confunde con alguien más señorita.—dijo separandose respetuosamente de mi—Me llamo Alexander,  Alexander Alfort. Bastien Alfort era mi bisabuelo pero dudo que usted lo haya conocido—dijo en broma sin saber que había destrozado mi única esperanza.

Tragué saliva y logré recomponerme.

—Sí ha sido un error. Disculpeme.

—No importa—dijo jovialmente— ¿Pero dígame? ¿En qué pensaba cuando se quedó parada mirando como un caballo desbocado iba hacía usted?

<En ti, bueno en tu bisabuelo>pensé
Pero no le diría eso.

—Me quedé petrificada del miedo.

—A mi me pareció bastante decidida a dejarse arroyar—dijo en un tono vacío.

—Piense lo que quiera.—dije indiferente— De todas formas le agradezco que me haya salvado.

Me disponía a irme cuando él me agarró la mano me volví y examinó mi anillo. Una sonrisa descarada se formó en sus labios.

—¿Qué le pasa?—dije quitando mi mano brucamente.

—Veo que es usted una admiradora de mi familia y yo pensando que no sabía quien soy.

—Perdone pero recien nos presentamos no se quien es usted ni me interesa saber.— dije molesta porque lo único que quería era irme a casa. Verle solo me lastimaba, el parecido era increible aunque después de mirarle bien habían diferencias. Su cabello era dos tonos mas claros que el de Bastien y sus ojos no era grises eran azules profundo con toques grisaseos y ni hablar de su personalidad.

Abrió la boca para hablar pero en ese momento llegaron mis hermanas y mi madrastra corriendo hacía mi. Al parecer se habían enterado del casi accidendente. Desdémona me abrazó y me inspeccionó. El nieto de Bastien observaba espectante.

—Muchas gracias Duque,  por salvar a mi hija— dijo Desdémona haciendo una reverencia.

Lo miré con los ojos abiertos como platos y el me devolvió una mirada de triunfo.

—No ha sido nada—dijo con voz monótona—Si me disculpan señora y señoritas —dijo dirigiendose a mis hermanas con una mirada intensa—Me retiro.

Paso por mi lado lo miré de solsayo y me susurró.

—Estoy seguro de que volveremos a encontrarnos.

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora