Capítulo VIII

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Después de la partida de mi familia seguí esperando con temor durante las noches a que Bastien apareciera a reclamar sus derechos pero jamás hizo acto de presencia así que terminé asumiendo que no lo haría y por fin pude dormir tranquila. Seguí pensando en como encontrar las llaves pero mis esfuerzos fueron en vano Lucian apenas mencionaba algo sobre las llaves se hacía el desentendido y evadía mis preguntas. Me dediqué a observar cada uno de los movimientos de Bastien pero nunca llevaba las llaves encima y si las llevaba no era en un lugar visible.

Mis esperanzas se esfumaban según pasaban los días y mi frustración crecía. Por suerte él había respetado mis deseos, me dirigía la palabra sólo lo necesario y solo nos veíamos durante las comidas. El resto del día lo pasaba en la sala de música tocando el piano y decidí aprender a usar el violín. Cuando hacía demasiado frío pasaba las tardes en la habitación de la chimenea y los muebles de damasco. De ves en cuando visitaba la cúpula de las aves y las envidiaba porque en verano serían libres mientras yo me quedaría aquí.

Aquella noche me desperté con el estruendo de algo que se había derribado justo en la puerta de mi habitación. No había escuchado ningún otro ruido desde aquel día pero esta vez lo que fuera que lo provocara estaba justo en mi puerta. A pesar de que la había cerrado con llave seguía sintiendo miedo y curiosidad. Contra cualquier pizca de buen juicio me acerqué y pegué mi oído en la puerta para escuchar. El corazón me latía apresuradamente y sentía un frío extraño en el estómago. Podía oír como la madera crujía o alguien la hacía crujir. Luego hubo un silencio perturbador seguido de un alarido que parecía de dolor. Mi respiración se hacía pesada y mi curiosidad aumentaba. Nuevamente se escuché como si lo que causaba los ruidos se arrastrase. Poco a poco el sonido se alejó de mi puerta y tuve el valor de entre abrirla y mirar por la rendija.

No vi nada ni a nadie solo unas marcas en el suelo como si alguien hubiese rayado la madera con algo punzante pero al mirar mas detalladamente eran marcas de garras. Una punzada me recorrió el cuerpo y recordé las palabras de Lucian. Él había dicho que no confiará ni en mis ojos ni en mis oídos cuando se trataba del castillo. Pero esas marcas parecían bastante reales. Salí al pasillo para examinar mas de cerca pero antes de inclinarme para ver mejor vi un silueta de alguien tendido en el pasillo a pocos metros de mi.

Me acerqué con cuidado al ver que el bulto gritaba de dolor y a esta distancia parecía una persona. No imaginaba que pudiera estar haciendo alguien agonizando en el pasillo en plena madrugada. Tal vez yo no era la única presa en este lugar. El horror y la sorpresa se cernieron sobre mi. Aquel desdichado no era otro que el propio Bastien. Pero se veía diferente, sus manos terminaban en una afiladas garras y su piel se había vuelto como el carbón hasta el antebrazo y unas venas oscuras recorrían su cuello hasta llegar a su rostro. Tenía las pupilas dilatadas y se retorcía arañando el suelo con sus garras. Lo miré petrificada y mi temor se desvaneció al ver que lo que estaba sintiendo era dolor.

«Se lo merece» pensé apartando cualquier ápice de compasión.

Lo observé tratando de sentir satisfacción con su sufrimiento pero su mirada suplicante me hacía casi sentir pena por él. Sin decir una palabra regresé a mi habitación conmocionada y librando una guerra contra mi misma. Intenté volver a la cama tratando de convencerme de que había hecho lo correcto al abandonarlo, que no tenía por qué compadecerme de él pero no podía conciliar el sueño. Tras dar vueltas en la cama decidí regresar al pasillo mi humanidad hablaba por encima de mi sed de venganza.

Por suerte estaba en el mismo lugar aunque había destrozado parte del pasillo. Habían trozos de un jarrón por todo el suelo y rasguños en las paredes y él seguía convulsionando. No sabía que hacer temía que si me acercaba mucho me podía rasguñar con sus garras y parecía fuera de sí. Corrí a mi habitación y soné la campana del servicio. Cuando volví a salir Lucian venía subiendo las escaleras.

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora