Capítulo XXlV

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—¿Entonces, me estás diciendo que las cosas ocurrieron de otra manera?

—Dijo la verdad hasta cierto punto. Ella amaba a mi padre, si es que se le puede llamar amor a su obsesión enfermiza con él.

—Pero y el resto ¿Es cierto?—pregunté titubeante.

—Ella me entregó a las ondinas como moneda de cambio para recuperar sus poderes.—dijo como si recordarlo lo llenara de rabia— Mi hermano lo único que hizo fue sacrificarse para que yo fuera libre.

—Lo siento tanto, Lucian—me sentía fatal por él y por Bastien.

Habían sufrido tanto a manos de esa bruja de pelo blanco y yo tenía la solución en mis manos pero mi egoísmo no me había permitido liberarlos. Me invadió una opresión terrible en el pecho y un dolor desgarrador. Sin darme cuenta ya estaba llorando más de frustración que de remordimiento.

—Lyra—dijo Lucian con voz preocupada—¿Estás bien? Mirame, dime que te pasa.

—¿Qué que me pasa?—levanté la vista nublada por las lágrimas—¡¡Me pasa que soy una egoísta!!—la rabia tomó el control y las palabras salieron sin freno—Soy tan egoísta que puedo liberarlos pero no quiero porque amo a tu hermano y te quiero mucho a ti. ¡No quiero vivir sin ustedes, no quiero olvidarlos no quiero volver a mi vida de ante!—terminé literalmente gritándole.

—Lyra.

—No, Lucian ¿¡qué diferencia hay entre ella y yo!? —dije dándole la espalda.

—Tú no eres como ella. Eso te lo aseguro porque la conozco bien.

Me hizo voltear y mirarlo.

—Creeme yo no te juzgo por querer guardar la verdad para estar más tiempo con mi hermano.

—Yo quería romper el hechizo lo antes que pero una parte de mi se niega.—dije negando con la cabeza mientras Lucian me estrechaba en un abrazo—No quiero que me olvide y tampoco quiero olvidarlo.

—Yo no te voy a olvidar nunca.—dijo en un tono tranquilizador tan distinto al tono frío y formal que siempre usaba— Te lo prometo, sin importar la decisión que tomes.

—Gracias—respondí en un susurro pero el sonido de un portazo nos separó.

Cuando miré hacia la puerta no podía creer lo que veía.

—Casio—su nombre salió de mis labios con una mezcla de horror y temor.

Lucian se puso tenso y su expresión se volvió de piedra.

—¿Qué haces aquí?—preguntó Lucían con autoridad.

Pero Casio no lo miraba a él sino a mi. No podía descifrar las emociones en su rostro, tenía la respiración agitada y las cejas contraidas , sus pupilas dilatadas parecian un foso sin fondo.

—¿Es él?—me preguntó en tono de reclamo—¿Por él me dejaste, Lyra?—dijo señalando a Lucian.

—Casio, vete de aquí por favor, por el afecto que te tenía marchate y no me hagas odiarte aún más.

—Tu odio me importa muy poco, te dije que si no ibas a ser mía no serías de nadie más—dijo en tono mordaz desenbainando una daga.

Lucían se colocó en medio dejándome tras él.

—Te pregunté una vez y no me respondiste así que tendré que echarte de aquí a la fuerza—dijo Lucian.

—No te tengo miedo—dijo Casio avanzando hacia nosotros jugando con el filo del arma pero Lucian no se inmutó—Puedes hacerte el héroe pero ni tu ni esa perra saldrán vivos de aquí.

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora