Capítulo XV

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No me sorprendió para nada que a penas atravesé la puerta ya estaba en la sala de mi casa. Dejé la maleta en el suelo y justo cuando iba a buscar alguien que anunciara mi llegada vi a mi madrastra descender por las escaleras vestida de negro y con el rostro demacrado. Me afectó verla así, estaba acostumbrada a su expresión calmada y su sonrisa dulce. No la había visto tan abatida nunca y era mi culpa. Si yo no hubiera aceptado el retorcido plan de mi hermano ellos estarían vivos.

—Lyra—dijo con un hilo de voz.

—Aquí estoy—caminé hacia ella y nos abrazamos—No estás sola.

—Pensé que no vendrías—dijo con voz quebrada—¿Como llegaste tan rápido y por qué nadie me avisó de tu llegada?—preguntó confundida cuando nos separamos.

Sabía que el viaje a través de la puerta me traería problemas y una única solución.

«Mentir»

—Lo supe hace una semana.

—¿Cómo?

—Le pedí a Bastien que los buscara. Cuando me enteré decidí venir a avisaros.

—Entonces no recibiste mi carta.

— No—respondí rotundamente

—¿Has venido sola?—preguntó mirando sobre mi hombro—¿Y tú marido?

—Me ha traído pero se marchado porque tiene asuntos que resolver.

—Entiendo. Es un buen hombre y te trajo personalmente a pesar de que tenía cosas más importantes que hacer.

—Sí, es un buen hombre—dije sin poder evitar sonreír como una estúpida.

—Ven, tu habitación esta tal y como la dejaste.

Fui a por mi maleta y enseguida Desdémona se adelantó.

—Llamaré a alguien del servicio para que la suba.

— No es necesario.—tomé nuevamente la maleta— No pesa nada, sólo traje ropa para tres días.

—¿Tres días?

—Si es posible podrías adelantar para mañana o pasado en la mañana.

—Presupuesto, pero no entiendo la prisa.

«Piensa rápido Lyra»

—Es que vendrán unos parientes de Bastien a conocerme y él me ha pedido que no demorase.

—Hablaré con el padre Ivan querida, no te preocupes—respondió con una sonrisa triste.

El recuerdo de la tragedia reavivó mi dolor y una lágrima rodó por mi mejilla.

—Lo siento tanto —dije sin contener el llanto.

Ella puso su mano en mi hombro y me tendió un pañuelo.

— No lo sientas, tú no tienes la culpa.

—Gracias—dije aceptando el pañuelo—Me voy a mi habitación, estoy un poco cansada por el viaje—mentí porque no podía soportar mirarla a la cara cuando yo era la culpable de la muerte de su hija.

—Adelante querida. Está siempre será tú casa.

—Te veré más tarde—dije y comencé a subir las escaleras.

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             Narrador Omnisciente

No hacía ni un día desde que Lyra se había marchado y ya la maldición había empezado a actuar. Las paredes se estaban agrietando y una enredadera tocaba el alféizar de la ventana. Bastien se encontraba en su estudio mirando por la ventana pero no le preocupaban ni la enredadera ni las grietas su mente estaba ocupada en la idea que hacía un tiempo le rondaba por la cabeza y al ver como moría el día y la Luna comenzaba su ascenso en el cielo tomó una decisión.

Belleza OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora