Hermione sintió el movimiento del colchón debajo de ella, ahogó el gemido que le hacía cosquillas en las amígdalas cuando Draco cerró la puerta tras él.
El frío siempre lo reemplazaba en su cama cuando la dejaba sola, fingiendo dormir y sintiéndose decepcionada; pero así era como había sido en los últimos días, y ella sabía que era mejor no mencionárselo. Él había dejado claro que no quería abordar el tema sobre su bizarra relación, por lo que habían caído en una pseudo-rutina desde el lunes.
Las mañanas siempre empezaban como esa; Draco abandonándola entre sus delatoras sábanas y regresando a hurtadillas silenciosamente a su propia habitación. Ella entonces le preparaba algo de comida para el día antes de ir a la biblioteca o a la oficina de McGonagall para continuar con la misión de regresar a todos seguros a casa. Las tardes les proporcionaba ardientes expectativas e incómodas miradas, que personalmente ella odiaba. Sabía que era un simple efecto secundario mientras se ajustaban a su situación, pero ambos eran personajes ardientes y ella extrañaba sus ingeniosos argumentos y acalorados debates.
Tenía el presentimiento que estarían tirando a matarse tarde o temprano; probablemente una vez que sus inseguridades y nervios se hubieran desvanecido un poco, y que Draco aceptara que estaba atraído por una nacida de Muggles.
Cuando la tarde se volvía noche, la castaña se deslizaba en su habitación y dejaba su puerta sin seguro para que él pudiera unírsele. Habían pasado un par de noches cuando aparentemente su orgullo se había contrariado con su interés por la bruja y había regresado a su propio cuarto. Eso estaba bien, ella sentía que sus músculos necesitaban tiempo para recuperarse; pero se percató que lo deseaba para que durmiera con ella y ahuyentara sus noches solitarias.
Pero él nunca lo hizo.
Regresaba al cuarto; besándola como un hombre temeroso del destino, desnudándose y satisfaciéndose, siempre insistente en asegurarse que siempre estuviese saciada, incluso si pareciera que le tomaría algunas veces más horas. Ella sabía por las charlas sobre sexo de Lavender y Padma que era difícil para las mujeres encontrar consistentemente esa gozosa liberación, pero Draco trabajaba determinadamente en sus puntos receptivos hasta que temblaba y gemía, dejándolos a ambos exhaustos.
Pero nunca la abrazaba al finalizar.
Nunca ofreció ningún susurro de afecto una vez que hubiesen terminado.
Nunca estuvo más que un par de horas.
Ella podía oírlo marcharse y su corazón podía doler por un momento antes de razonar consigo misma que él seguía luchando contra sus prejuicios.
Y entonces la rutina empezaba de nuevo.
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Fue el último sábado antes de Navidad, ella había acordado encontrarse con Ginny para el viaje a Hogsmeade para obtener cualquier regalo de último minuto. Ginny regresaría a la madriguera el domingo, y aunque Hermione reconocía que su amistad con la hermana de los Weasley había sido un poco tensa ese semestre, iba a extrañarla.
— Tengo una sorpresa para ti —Sonrió Ginny mientras entraban en la villa—. Y creo que en realidad podría poner una sonrisa en tu rostro.
Hermione arqueó una ceja. — Estoy intrigada.
La linda pelirroja buscó en su bolso y retiró dos presentes; uno del tamaño de un puño en un torpe envoltorio rojo, y el otro era una caja ligeramente más larga con envoltorio dorado. Los confusos ojos de Hermione parpadearon entre los dos regalos antes de dar a Ginny una expectante mirada.
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Aislamiento - Draco x Hermione
FanfictionRon y Harry están a la caza de los Horrocruxes y Hermione se ha quedado en Hogwarts para ayudar a la Orden a hacerlo seguro para los demás estudiantes. Draco es forzado por Snape a permanecer en Hogwarts para su propia protección, pero no puede sali...