Hermione pasó otra página con un resoplido de irritación.
Después de una intensa lectura sobre las Reliquias de la Muerte y una inútil caza por cualquier insinuación documentada sobre el paradero de la Varita de Saúco, había vuelto a su obsesiva investigación sobre los Horrocruxes. Después de unas semanas, sin haber conseguido nada, excepto unas bolsas bajo los ojos y las uñas mordidas, Hermione podía sentir la inevitable tensión acercarse sigilosamente a Harry, Ron y ella.
Era natural y lo sabía. Mientras que siempre serían amigos cercanos, pasar cada segundo del día con tan sólo pocos metros de espacio personal, ahogándose en toda esa angustia y aprensión era agotador, por no decir más.
No ayudaba que todos estuvieran haciendo frente a problemas individuales.
Harry estaba constantemente inquieto, culpándose de cada muerte y oscilando entre estados de ánimo melancólicos y de locura, mientras que Ron estaba constantemente preocupado por su familia y luchando por alcanzar su importancia en el pequeño grupo, dejándolo frustrado e irritable. Hermione sabía que no estaba ayudando a sus inseguridades rechazando cualquier movimiento que pudiera inclinarse hacia algo más que amistad, pero la idea de alguien que no fuera Draco murmurando contra sus labios la hacía sentirse intranquila e infiel.
Y en eso consistía sus propios problemas: culpa y angustia.
Hermione se despreciaba a si misma por mentirle a Harry y Ron, pero se iba a la cama cada noche pidiendo a dioses sin nombres que no dijera en voz alta el nombre de Draco en sueños para que pudiera mantener el secreto sólo un poco más de tiempo.
Pero podía sentir la confesión esperando ansiosamente en la punta de su lengua.
Mentirles simplemente era demasiado duro para su conciencia.
— Hermione, — la voz de Ron la trajo de nuevo a la realidad y la castaña lo miró a los ojos por encima de su hombro — ¿Quieres algo de comer?
— No, gracias — le contesto, sabiendo que Harry estaba descansando en la tienda de campaña — Creo que podría tener algo, así que debería seguir leyendo.
La inevitable decepción, empañó sus rasgos juveniles. — ¿Podrías venir y sentarte conmigo un rato?
— Iré en un momento — ofreció Hermione — No tardaré mucho.
— Está bien — suspiró asintiendo con la cabeza, girando sobre sus talones para deshacer los pocos pasos hasta la tienda, con lo hombros encorvados por la derrota.
— Ron, — lo llamó Hermione, frunciendo el ceño cuando él no volvió a girarse hacia ella — Feliz Cumpleaños.
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Una semana después.
Draco había olvidado la sensación de los rayos del sol besando su rostro.
Febrero había llegado y se había marchado y marzo había traído algo de calor primaveral para calentar la brisa. Él estaba en su lugar habitual, sentado en los escalones de piedra e intentando ignorar las irritantes voces de Bletchley y Davis, quienes estaban teniendo una innecesariamente fuerte pelea de enamorados dentro de la casa. Distraídamente se dio cuenta que llevaba allí poco más de un mes, domiciliado en el refugio de Andromeda con los Slytherins desertores. Un mes si Granger.
Un jodido mes.
El concepto de que el tiempo cura todas las heridas no se aplicaba a las cicatrices de dos jóvenes amantes separados demasiado pronto. Draco aún se sentía tan dañado como el día que Granger había llorado bajo la lluvia y lo había enviado allí.
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Aislamiento - Draco x Hermione
FanfictionRon y Harry están a la caza de los Horrocruxes y Hermione se ha quedado en Hogwarts para ayudar a la Orden a hacerlo seguro para los demás estudiantes. Draco es forzado por Snape a permanecer en Hogwarts para su propia protección, pero no puede sali...