Epílogo opcional

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Un epílogo de Aislamiento para quienes lo desean

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Once años después

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Andromeda se estremeció de dolor cuando intentó mover la maleta de Teddy hacia la puerta principal. A los cincuenta y siete años, sus huesos gruñeron un poco más fuerte de lo que solían hacerlo; sólo el otro día un estornudo había provocado una serie de espasmos dolorosos en su columna vertebral. Cuidar a un niño pequeño durante la última década ciertamente no había ayudado, no significaba que hubiera cambiado eso por nada en el mundo. Sin embargo, en momentos como éste, realmente extrañaba a Tonks y Ted. Era difícil pensar en todas las cosas que nunca habían tenido la oportunidad de ver mientras Teddy crecía a un ritmo increíblemente rápido. Ella también se preocupaba por él y por todos los momentos que le habían sido robados en esta vida sin sus padres.

Pero Teddy había sido una alegría absoluta. Le había traído tantas sonrisas como Tonks, si no más. El orgullo que sentía cuando lo miraba era, a veces, impresionante. Para un niño que se le habían negado tantas cosas por circunstancias crueles, era un joven responsable, brillante y amable. Y, a pesar del hecho de que probablemente le daría un descanso muy necesario, realmente iba a extrañar su presencia cuando él se fuera a Hogwarts mañana.

Luchando contra las inevitables lágrimas que sin duda llegarían en torrentes al día siguiente, intentó mover otra de las maletas de Teddy, pero se equivocó completamente y su espalda se retorció de agonía justo cuando se abrió la puerta principal.

—¡Ay! ¡Maldita sea! —ella jadeó.

—Tía Dromeda, ¿qué demonios estás haciendo? —preguntó Draco, corriendo a su lado —. ¿Por qué no usaste magia?

—Porque dejé mi varita en la otra habitación.

—¿Por qué no la convocaste con un Accio? —preguntó una voz más joven y pequeña.

A pesar de su dolor, Andrómeda sonrió y levantó la cabeza para encontrarse con un par de curiosos ojos grises oscuros —. Hola, Taura.

Con un poco de ayuda de Draco, Andromeda ajustó su postura encorvada y prácticamente levantó a la niña en un abrazo cálido y familiar. El cabello rubio y tupido de Taura le hizo cosquillas en la nariz, como siempre. No es que a Andrómeda le importara en absoluto. Detrás de ellas, los ojos de Draco se suavizaron mientras las observaba.

—¿Has aprendido el hechizo de invocación? —preguntó Andrómeda, apartándose un poco para besar la mejilla de Taura —. Realmente eres una joven bruja muy inteligente, cariño.

—Sí, tú intenta tener un niño de cinco años que ya conozca algunos hechizos —se quejó Draco, mirando a su hija —. Impresionante, sí, pero también aterrador. Granger y yo hemos decidido guardar nuestras varitas con llave, por si acaso.

Andrómeda se rio a su pesar —. Entonces creo que deberíamos estar agradecidos de que no haya heredado la picardía de su padre.

—Todavía no —terminó él —. Vamos, siéntate y haré un poco de té.

—¿Hermione y Theo no están contigo? —preguntó Andrómeda mientras entraban a la cocina.

—No, Theo está en la etapa final de dentición y poniendo el grito en el cielo, así que pensé en salvar tus tímpanos.

—Realmente es muy ruidoso. —coincidió Taura.

—Aunque mañana van a estar en King's Cross —continuó Draco —.Sólo vine para asegurarme de que Teddy estuviera preparado para mañana.

Aislamiento - Draco x HermioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora