Draco caminaba por el callejón Diagon ya que había ido a las bóvedas en Gringrotts que aún les pertenecían -a petición de su padre- a buscar el anillo de bodas para su futura esposa.
Antes de partir, Narcissa había insistido en que tomará los anillos ancestrales Black, sabía la historia que tenían esos anillos y no estaba de acuerdo con ello pero su madre había insistido tanto que al final cedió y los llevaba en su bolsillo.
No le daría anillo de compromiso a su prometida porque estaban escondiendo tanto su identidad que le daba escalofríos.
Se suponía que era por "precaución" pero a estas alturas ya no sabría que esperar de sus padres, no después de la broma de mal gusto que le hizo Lucius días atrás.
Por esa razón caminaba como alma en pena por las calles, resignado al futuro que lo esperaba.
Envidiaba a todos aquellos que podían tomar sus propias elecciones ya que al parecer era el único humano a más de cien kilómetros a la redonda que tendría que seguir bajo el yugo de su padre y sus responsabilidades de sangre pura.
Se detuvo frente al Caldero Chorreante con la mente en blanco. Después de algunos minutos decidió entrar, se sentó en el bar y pidió lo más fuerte que había para tomar.
Mientras bebía pensaba en la jodida suerte de Nott. El logró todo lo que él no había podido: se libro del contrato de matrimonio que tenía con Pansy, logro escaparse de la marca tenebrosa y para agregarle la cereza del pastel se casaría con Hermione.
Apretó tan fuerte el puño en el vaso que no se dio cuenta que lo había quebrado hasta que sintió como alguien lo sacudía para que reaccionará.
-¡Malfoy! -dijo una voz que el reconocería en cualquier parte, cerró los ojos disfrutando de la paz que le daba escucharla hasta que sintió como lo pellizcaban-.
-¡Auch! -grito y extendió la mano, dejando caer los cristales del vaso y sangre en la barra-.
-¿Que demonios estabas pensando? - dijo Hermione tratando de alejar los vidrios para que el rubio no se cortará aún más- Sabía que eras un mártir pero no pensé que a hasta este punto -le dio una sonrisa juguetona-.
Draco se quedo en silencio observándola, guardando en su memoria esa sonrisa que no miraba en ella desde hace años que fuera dirigida hacia él.
-Rosmerta, ¿Nos podría dar una mesa un poco alejada de las demás y un botiquín?
-Claro, pasa por acá Hermione.
Madame Rosmerta los llevo a una mesa cerca de una chimenea y algunas plantas que era las que les daban la privacidad necesaria de miradas curiosas.
Hermione aún mantenía agarrada la mano de Draco para poder curarla se sentaron en silencio cada uno perdido en sus pensamientos.
Pasados unos minutos regreso Rosmerta con un botiquín y con jugo de calabaza, de un asentimiento a Hermione se retiró y los dejo a solas.
Hermione abrió el botiquín y checo que estuviera todo lo necesario para poder curar la mano del rubio, frunció el ceño y lo vio.
-Necesito quitarte los cristales que aún tienes en tu mano, pero -vacilo un momento- se requieren de algunos instrumentos muggles para poder hacerlo.
-Hazlo -dijo sin pensarlo y se quedo observándola mientras ella se ponía a hacer su labor-.
Hermione quien sentía un par de ojos grises que seguían cada movimiento que hacía se estaba poniendo nerviosa pero sabía disimularlo bien.
Tomo unas pinzas, un poco de alcohol y comenzó a remover los cristales. De vez en cuando Draco pegaba algunos saltitos en su asiento mientras unas muecas graciosas se dejaban ver en su rostro al sacar los vidrios que se habían incrustado mas profundo en su mano.
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El Destino de una Parkinson
FanfictionEl destino es algo efímero que a veces controla nuestras vidas de maneras un poco extrañas. Hermione Parkinson desde los 11 años ha tenido un desastroso destino sin embargo ha sabido salir adelante a pesar de todo, pero ¿seguiría siendo así después...