Extra 4: The moon shine in the darkness.

109 8 3
                                    

-¿Estás segura de querer hacer esto?

Theo miraba con inseguridad a aquella rubia de Ravenclaw, estaban sentados bajo un árbol afuera de la casa de ella. En unos días más se irían a Hogwarts a concluir sus estudios.

Antes de que la guerra explotara empezaron a acercarse en plan amistoso y poco a poco ese sentimiento se transformó en algo más pero que debido al peligro constante en el que estaban no habían querido formalizar ni confesar sus sentimientos.

Durante la guerra evitó lo más que pudo que dañaran a Luna pero algo que no pudo evitar fue que la mantuvieran cautiva en la Mansión Malfoy. Se sentía bastante culpable por ello y hacía todo lo posible por cuidarla y cuando vieron una oportunidad, logró que escapara junto con el trío dorado.

-Si Theo. Hermione me ha ayudado bastante y quiero agradecerle de alguna manera.

Theo acarició su mejilla y la observó con intensidad a los ojos.

-Eres un sol cariño.

-Más bien soy la luna, recuérdalo -le guiñó un ojo con complicidad-.

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

Theo no quería hacer aquello, él había soñado con estar al lado de su bella luna brillante que lo sacó del pozo de oscuridad en el que se encontraba. Solo que no había podido dar el siguiente paso con ella por el peligro en el que la iba a poner con los mortifagos y ahora que todo se habia calmado su mayor ilusión era hacerla su novia y más adelante si ella aceptaba, su esposa, pero los planes que tenía esa pequeña rubia de gran corazón eran muy distintos a los de él.

Cuando le contó su plan la confusión estaba marcado en él, no entendía que su Luna lo quisiera ver al lado de alguien más, asi fuera en señal de agradecimiento.

Después de pensarlo detenidamente se dio cuenta de que Luna tenía razón. Además, él mejor que nadie sabía como se manejaban los círculos de la alta sociedad e incluso las cosas en el ministerio, que a pesar de haber vivido dos guerras no iba a ser tan fácil cambiar muchas cosas ahí dentro de un día para otro.

Por lo que al entrar a Hogwarts lo primero que hizo fue analizar su objetivo: la chica dorada del trío de oro.

Aquella joven castaña de ojos verdes seguía siendo amable con los demás, buscando nutrir su mente con toda la información que pudiera aprender, buscaba ser la primera en clase pero sabía que en el fondo sus heridas seguían bastante abiertas, tanto las viejas como las nuevas provocadas por la guerra.

Conocía a Hermione Parkinson desde que llegó con su familia a Londres cuando tenía tres años aproximadamente y debido a los negocios de su padre fue que la conoció junto con su hermana y pasó muchas tardes en la mansión de ellas.

Su melliza, Pansy, era todo lo contrario a aquella niña.

Mientras que Pansy era una alborotadora de primera, Hermione era más tranquila. Disfrutaba de su tiempo a solas y buscaba conocimiento en cualquier biblioteca que se le cruzara.

A ellos se les sumaba el pequeño heredero de los Malfoy y algo que siempre notó era que él buscaba la atención de la ojiverde a pesar de no entender muy bien el porque lo hacia.

Hasta ahora.

Conforme fueron creciendo se hacía más evidente el apego del rubio por la ojiverde y parecía ser correspondido, ya que después de Pansy, Hermione siempre procuraba a Draco.

Hasta que el inevitable día llegó.

Cuando entraron a Hogwarts el sombrero seleccionador mando a aquella niña a Gryffindor, convirtiéndose en la vergüenza de su padre.

El Destino de una ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora