Narcissa estaba ansiosa mientras seguía detrás de su testarudo hijo tratando de que sacara las joyas familiares Black para su futura esposa y él muy infeliz no quería hacerlo debido a la historia que tenían detrás.
Ella por su parte tenía conocimiento de quién sería su futura nuera y por ello la insistencia en sacar las joyas. ¡Merlín, era su ahijada!, hace años cuando se enteró estuvo molesta con su esposo por haber realizado aquel infame contrato que ataba a su hijo y ahijada a seguir un solo camino en su destino sin la posibilidad de que ellos lo eligieran.
Su preocupación iba más allá de lo superficial ya que ella sabia que no habría nadie mejor que Hermione para su hijo y no era de extrañar, ya que ambos de niños fueron muy unidos y se llevaban de las mil maravillas a pesar de que en sus años en Hogwarts la historia fue un poco diferente a la de su infancia.
La verdadera razón que la tenía de nervios era la madre de la chica en cuestión: Helena Parkinson.
Temía lo que ella podría hacerle a su hijo por los errores que él habia cometido en el pasado por culpa de la educación que ella y Lucius le inculcaron erróneamente. Helena no estaría dispuesta a escuchar ni una sola palabra o esperar alguna explicación razonable con tal de mantener el bienestar de sus hijas por encima de todo lo demás.
Su mejor amiga era demasiado buena para pertenecer a aquel circulo de la élite. Había sido una joven jovial y alegre en su adolescencia, amable a pesar de su estatus pero todo eso cambio cuando se casó y empezaron a caer desgracias tras desgracias sobre ella.
Un leve estremecimiento la sacudió por los recuerdos. Ella mejor que nadie sabía lo que Helena había sufrido así como el gran resentimiento que llevaba dentro de su ser, por lo que no tenía ninguna duda de que era capaz de hacer cualquier cosa por sus hijas, que ya había hecho algo hace unos años atrás para mantenerlas a salvo, casi parecía una leona cuidando de sus cachorros.
Sonrió ante aquella idea mientras observaba su jardín que estaba en su máximo esplendor. No por nada Helena estuvo a punto de terminar en Gryffindor pero el sombrero se apiado de ella y la mandó a Slytherin junto a sus conocidos.
Suspiró pensando en su ahijada quien no había tenido la misma suerte y acabó desamparada y a merced de una guerra contra un maniático mestizo de la pureza de sangre en el bando contrario peleando en contra de quienes en algún momento ella consideró amigos y familia.
A pesar de todo ella logró salir adelante, con su carisma y buen corazón consiguió personas que la protegían y querían además de brindarle un hogar que necesitaba a pesar de no expresarlo abiertamente.
Tras pensar todo aquello, no le quedaba duda de que ella era la perfecta joven para ser la sucesora Señora Malfoy y por ende, debía portar aquel anillo y las joyas que hacían juego con el.
Su tía Walburga Black fue la última en tener en su poder aquellas joyas. Antes de morir la convocó para que ella los guardara debido al miedo que tuvo su tía de que se perdieran en Gringrotts o fueran destinadas al ministerio debido a que el último Black con vida estaba en Azkaban. Aún recordaba lo que le dijo aquella tarde...
Llegó a la mansión Black esa tarde por el llamado de su tía, subió las escaleras con las indicaciones de Kreacher y lo que vio tras aquellas puertas la dejó congelada, su tía Walburga estaba en los puros huesos, no quedaba nada de aquella señora pulcra ni refinada. Cuando escuchó ruido en la puerta volteó a verla, aquella mirada sin vida y sin brillo dejaba sin aliento a cualquiera.
-Pasa querida -susurró Walburga Black-.
-¿Cómo te encuentras tía? -murmuró Narcissa, no se le ocurrió que más decirle a aquella mujer que por años admiró-.
Walburga hizo caso omiso de su pregunta y fue directa a un joyero a sacar una pequeña cajita negra, tenía unas pequeñas serpientes de adorno y pedrería en ella, el gran escudo Black hacía de candado.
-¿Y esto es...? -confundida miraba Narcissa aquella caja que puso frente a ella-.
La vieja mujer suspiró con pesadez, sus ojos chispearon con un destello de lucidez entre tanta oscuridad que la rodeaba.
-Hace unos cientos de años atrás, Centaurus Black tuvo la osadía de enfrentar a su familia para comprometerse con una mestiza y así dejar a su prometida sangre pura en el altar.
Narcissa escuchaba atenta aquello, curiosa de saber el rumbo de la historia.
-Como sabes -continuó la mujer, viendo con nostalgia un punto en la pared-, aquella traición se paga con el destierro de la familia.
Narcissa asintió, no queriendo perturbar la quietud de su tía al hablar.
-Bien, a Centaurus no le importó nada de eso y se casó con aquella mujer. Unos días antes de la boda, logró ingresar a las bóvedas familiares y robar algunas joyas, entre ellas estás -destapó por fin aquella cajita y Narcissa abrió la boca con sorpresa- por supuesto que así no eran originalmente, él le hizo algunos arreglos.
-¿Qué tipo de arreglos?
-Ya sabes -hizo un movimiento con las manos para restarle importancia- aumentó las protecciones que poseían las joyas así como su forma y alguna otra cosa más que al día de hoy nadie ha podido descubrir.
Narcissa observó dentro un par de dijes, pero lo que más llamó su atención fue un collar que sobresalía entre ellos con eslabones de oro rosa que estaban unidos de manera extraña, estos a su vez, se unían alrededor de una gema roja con la cabeza de un león de un lado y del otro el de una serpiente.
En el centro del todo había una pequeña elevación que mantenía un par de alianzas de oro blanco, se podía observar unas pequeñas inscripciones dentro de cada alianza que estaban en francés, ademas de que cada una tenía un pequeño distintivo, un par de piedras verde esmeralda para la alianza de hombre y rojo para el de chica respectivamente.
-"Toujours à toi" el bastardo modificó el lema familiar -sonrió Walburga con diversión-.
Narcissa miraba aquello con admiración, no estaba segura si de haber estado en la misma posición que uno de sus antepasados hubiera actuado de la misma manera que él.
-Pensaba dárselo a Sirius...-murmuró con los ojos cristalizados Walburga y tras un segundo se recompuso- pero sabemos el destino de los que entran a Azkaban. Quiero que los conserves tú en su lugar.
Después de un tiempo que su tía le entregara las joyas investigó sobre que había sido de Centaurus Black.
Encontró que al casarse con su esposa cambio su apellido a Blake. El tiempo que pasaron juntos con vida fueron felices con una gran familia, lejos de los prejuicios de sangre en algún pueblito muggle.
También en sus investigaciones descubrió que Amélie Blake, en sus tiempos de soltera en realidad perteneció a la familia Goyle, siendo en realidad una sangre pura y no una mestiza como su tía le habia contado.
En su estadía en Hogwarts ella fue elegida para estar en Gryffindor debido a que tenía ideales muy diferentes a los de sus familiares y a los de la alta sociedad. La familia Goyle intentó pasarlo por alto pero cuando llegó el momento y se le impuso casarse por conveniencia, ella decidió abandonar su vida y escapar con quien era su verdadero amor.
A pesar de las adversidades y de no contar con las fortunas ni prestigio de sus familias, fueron felices. Aunque Narcissa no entendía como fue que las joyas regresaron al poder de los Black ni tampoco el porque decidieron no dar a conocer su romance a sus familias sabiendo que ellos los apoyarían, se sentía feliz por aquella pareja que nunca llegó a conocer. Superaron muchas pruebas para poder estar juntos.
Una gran sonrisa apareció en su rostro regresando al presente.
Si, eran perfectos para Hermione y Draco que de cierta forma compartían similitudes con aquella pareja.
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*Toujours à toi: Siempre tuyo.
Recomendación de la tarde: Another Life, álbum de Big Time Rush 🖤❤️
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El Destino de una Parkinson
FanficEl destino es algo efímero que a veces controla nuestras vidas de maneras un poco extrañas. Hermione Parkinson desde los 11 años ha tenido un desastroso destino sin embargo ha sabido salir adelante a pesar de todo, pero ¿seguiría siendo así después...