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Año 1478 - Dinastía de Joseon

Reino Suh

El príncipe Jisung miro el cielo despejado y continuo su camino hasta el estanque de peces que se encontraba fuera del palacio, a unos pasos cerca un bosque de bambú. Él sabía perfectamente que los niños de su edad se encontraban para jugar.

Antes de llegar al lugar se acercó a la pequeña barda que separaba el palacio real y el pueblo. Se puso de puntitas y entrecerró los ojos para ver mejor a los niños corriendo de un lado a otro mientras se lanzaban un poco de agua de la fuente, las risas lo contagiaron y las ganas de jugar aparecieron.

─Querido príncipe, esta prohibido para usted estar a estas horas por estos lados.

La voz juguetona del guerrero Doyoung lo asusto por completo y de inmediato volteo a verlo.

─Creí que nadie estaría aquí...─susurro el menor.

─En realidad nadie debe de estar afuera del palacio cuando la comida estará lista en pocos minutos. ─dijo pero sus ojos se desviaron hacia el exterior─. ¿Algo llamo su atención para que este tan nervioso?

─Si-i, los peces. ─tartamudeo Jisung apuntando el estanque de peces que se encontraba afuera.

Era algo triste ver a Jisung aguantarse las ganas de salir a jugar. No tenía a nadie más que a Taeyong para divertirse y no era lo suficiente ya que lo tenían trabajando casi todo el dia.

─Ve con ellos.

─ ¿Con quiénes?

─Ya sabes de quienes hablo. ─respondió Doyoung colocando sus brazos detrás de su espalda y dándole una rápida mirada detrás del príncipe─. De los niños que están jugando afuera.

─No lo tengo permitido.

─Pero las reglas es lo que menos te importa.

─Mi madre me regaño. ─dijo el príncipe soltando un suspiro de tristeza─. Ya no quiero ser regañado de nuevo.

El guerrero tenso su mandíbula y sintió impotencia. Si fuera por él, ya le hubiera dejado vivir su infancia sin tener que atormentarlo acerca de volverse un rey.

─Hay una pequeña puerta secreta para los guerreros. Solo se usa para casos especiales, puedes usarla. Yo te avisare si se acerca alguien.

─No.

Doyoung asintió levemente al ver como el principe en verdad no quería ser regañado. Pero no podía dejar la situación de esta manera.

─ ¿Quiere jugar conmigo entonces? ─pregunto agachándose a su altura y sonriéndole con ternura.

─No, volveré a mi habitación. Esperare por la comida.

─ ¿Quieres subirte a mi caballo? Te gusta mucho hacerlo.

─ ¿Doyoungie me dejara subirme a su caballo? ─pregunto abriendo la boca sorprendido.

─Te dije que no me dijeras asi. ─dijo actuando molesto y dándole un pequeñito empujón, solo para desequilibrarlo.

─Siento que estas jugándome una broma de nuevo. Casi siempre no me lo permites, dices que solo tu puedes subirte.

─Hare una excepción por un tierno príncipe.

(...)

─ ¡Hura! ─grito Jisung en cuanto entraron al establo. Doyoung lo tomo del brazo para que no saliera corriendo de la emoción.

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