Extremely Fucked | Draco Malfoy | +18

Forty-Six

Cuidarnos, a todos. 

3 de Febrero de 1997.

Jean Gaunt Black.

— ¡Podrías parar! — grité dejando de correr, coloqué mis manos sobre mis rodilla recuperando aire.

— ¡Eres un vampiro, puedes correr kilómetros! — gritó Pansy desde el punto más alto de la colina regreso a Hogwarts.

Habíamos salido al lago a arrojar piedras, después corrimos un poco, hoy había luna llena así que aproveché para no salir de noche a cazar o algo parecido a eso.

— ¡Quiero un poco de drama! — jadee sin aire — Deja... Déjame — me tiré al pasto con mis brazos extendidos, lance mi cabeza hacia atrás expandiendo mi garganta, el oxígeno entraría más rápido y talvez me trague la lengua en el proceso.

Sentí sus pisadas, cerré mis ojos un momento escuchando en viento correr en mi contra, hacia un zumbido en mis oídos. Se oscureció con sus sombra desde arriba — Vamos, quiero comer algo — se quejó.

— Hemos salido porque has dicho que necesitas estar en forma ¿ahora quieres comer? —

— Cada quien tiene una rutina — tiró los brazos, ya no quería aguantar mis berrinches — Y yo tengo hambre — pateó con su zapato el costado en mi costilla, gruñí de dolor intentando levantarme.

Llegamos a Hogwarts jadeando casi, vimos a Potter correr por el pasillo al gran comedor, lo odiaba por muchas formas, el idiota siempre encontraba forma de matar a mi familia, y familia me refiero a; Draco, Cissy y Atenea, aún no le a puesto un aire encima a Pansy, así debía ser.

— Como quieras ¿estudiaremos hoy? — preguntó después de terminar la comida, yo no comí porque no tenía hambre, se molestó por eso.

¡Me quería hace engordar! Para comerme como un puerquito, no me molestaba.

— Obvio, supongo Atenea no estará en la habitación, ven a la mía — le ordené cuando recordé las noches que mi compañera de cuarto pasaba con mi primo, que maldito asco.

Aunque me caían bien, son personas agradables y soportables hasta cierto punto, después eran mi dolor de cabeza, claro después de Voldemort.

— ¿dónde está ahora? — tiró con una patada una piedrita en el suelo haciendo sonar los vacíos pasillos del colegio.

— No lo sé, supongo follando en algún lugar — dije sin ánimos.

— Diablos, siempre eh creído que... — dejó su pregunta en el aire parando de repente, tenía mi mirada en el suelo a punto de arrancarle el pie si seguía haciendo ese ruido con la piedra, por lo menos dejó de hacerlo.

Giré para verla, estupefacta.

— ¿que? — pregunté, su rostro se asustó, diablos ¿qué pasa? — Pansy ¿estás bien? — me acerqué a ella rozando las yemas de mis dedos por su mano, estaba fría, pálida más de lo que se refleja, transpirando a una temperatura inadecuada.

— Canis, míralo — balbuceó.

Dibujó su dedo apuntando al frente, detrás de mis espaldas, tomé mi varita rápidamente en un lado de mi túnica mientras daba la vuelta sin vacilar.

Tal hijo de su puta madre.

— No la necesitarás — siseo a un rincón del pasillo.

— No puedes estar aquí — gruñí colocándome frente a Pansy para que así lo que sea que tenga planeado no le caiga encima.