Capitulo Cuatro. Como depende el corazón.

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Este es uno de mis capitulos favoritos así que espero que en español también sea de su agrado!

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Un par de meses más tarde, Josefine ya había hecho algunas otras amistades, afortunadamente éstas eran amistades femeninas. Ingrid y Heidi: un par de chicas en su clase. Ingrid tenía unos grandes ojos verdes y una piel un poco más oscura, con hermoso largo cabello castaño, no era difícil de ver por qué Tom pensaba que era guapa, ella era mucho más alta que Jo así como lo era Heidi, la rubia más rubia que Josefine jamás había visto antes, los ojos de aquella chica también eran de un increíblemente brillante tono de azul pero los mantenía escondidos detrás de un par de anteojos.

Josefine estaba hablando con ellas un día; ellas habían aceptado ayudarle a mejorar su alemán porque estaba cansada de sonreír a los chicos y reír cuando no entendía; y el tema de ese día cambió rápidamente desde trabajo escolar hasta el tan temido "¿quién te gusta?".

- ¡Oh, vamos! – Heidi dijo, acomodando sus anteojos y empujándolos hacia arriba. - Yo sé quién le gusta. – Ingrid se volvió hacia Heidi desde su asiento junto a Josefine.

- ¿Lo sabes? – Ingrid sonaba casi herida. – ¿¡Le dijiste a ella y no a mí!?

- ¡No! – Josefine protestó. – ¡No, no le he dicho nada a nadie, no hay nadie que me guste!

- ¡Sí, sí hay alguien! – dijo Heidi, insistiendo. Tom caminó a su lado y le preguntó a Josefine si ella iría a casa con ellos después de la escuela, algo que ella había estado haciendo con menor regularidad desde que las dos chicas y ella se habían hecho amigas. Josefine dijo que iría y Tom puso una mano en el hombro de la española solo por un breve momento antes de seguir caminando.

Las dos chicas se voltearon a ver una a la otra con ojos brillantes, Josefine conocía esa mirada demasiado bien.

- NO. ¡Él no me gusta!

- ¡Oh, que!... ¡por favor, no intentes negarlo! – Heidi se quejó. – ¡Siempre estas con él!

- Y ni siquiera te has fijado en ese chico mayor que te ayuda con los libros...no tiene oportunidad, ¿o sí?

- ¿Georg? – Josefine no podía creerlo. – Esperen. – Ella susurró, haciendo que las otras se inclinaran hacia adelante para estar más cerca y poder escuchar. – Ustedes creen que a mi me gusta Tom. – Las dos chicas lo aceptaron en voz alta. – ¿Y que YO le gusto a Georg? – Heidi pareció dudar un momento de aquellas palabras, pero Ingrid asintió como si la vida se le fuera en ello.

- Sí, ese chico está loco por ti. – Josefine pensó en eso por unos segundos. No podría ser...

- Pero no tienes mal gusto, Tom es realmente algo... - Ingrid remarcó.

- ¿Tú crees? A mí no me gusta de esa manera, pero nunca he pensado en como se ve.

- Oh, Jo... ¡pero deberías de haberlo notado! – Ingrid seguía hablando. – Sus ojos, su cabello no es tan lindo... pero tiene un bello rostro, ¿no es cierto?

- Yo de verdad no puedo superar lo del cabello. – Heidi dijo en voz baja con una ceja alzada y confusión en su rostro. – O la ropa... - Josefine se rio de aquello mientras Ingrid dedicaba a sus amigas una mirada fulminante. – Lo siento, pero Jo debería de ir por el mayorcito. Se ve mejor, si le haces un buen corte estará bien.

- ¡Pero su cabello es tan suave y brillante; nunca podría cortarlo!

- Jo, no la escuches. Tom es mucho mejor.

- Hey, no conviertan esto en una telenovela Argentina; ¡ninguno de los dos me gusta!

El pensamiento la estuvo persiguiendo todo el día y cuando ella le rogó a Gustav que la cargara de caballito – lo cual ella amaba – ella no hizo nada ante la primera negativa, en vez de quejarse murmulló un "ok" y caminó por delante del grupo, perdida en sus pensamientos.

El peso de su bolsa fue removido de sus hombros pronto, solo usaba una tira y en su visión periférica notó que Georg tomaba la bolsa que hacía las veces de mochila.

- Oye, te puedo cargar un par de cuadras...- Gustav le ofreció, pero Josefine dijo que estaba bien, lo cual alertó a los demás de que algo andaba mal.

- ¿Estas bien? – Tom preguntó, acercándose a ella. Ella asintió y luego Bill ocupó el lugar de su hermano.

- ¿Te sientes enferma? – La preocupación de Bill se hizo presente en su voz mientras ponía el brazo sobre los hombros de la chica e intentaba no asustarse. - ¿Es el clima? – Le cubrió la afilada nariz con la bufanda que usaba, una roja que ella misma se había tejido hacia un par de años.

- No, Bill. – Ella sonrió y apartó la mano de Bill lejos de su cara. – No estoy enferma. – Mirando alrededor, era obvia la pregunta en los rostros de los demás. – Estoy preocupada. Creo que iré a casa a terminar mi trabajo de sociología, no he hecho mucho y me está comiendo viva... - los chicos se relajaron, sabían que ella era un poco ñoña y la dejaron irse.

- Yo caminaré contigo; para asegurarme que no te pierdas. – Georg se ofreció, a pesar de la incomodidad de Josefine.

- Perfecto. – Bill besó la mejilla de su amiga y lo mismo hicieron Gustav y luego Tom, aunque ella sintió un ligero rubor en las mejillas cuando Tom se alejó de ella. – Que termines pronto.

Josefine sonrió a Bill y caminó con Georg en silencio hasta que él habló.

- Ya en serio: ¿qué pasa? – Ellos se detuvieron ante una luz roja, sin poder pasar cuando los autos iban a toda velocidad.

- Nada, es solo mi trabajo, me está...

- Comiendo viva, lo sé. – La interrumpió y paso un brazo sobre sus hombros mientras caminaban por la calle. – Pero no es eso, y yo sé que probablemente ya lo terminaste. Estabas presumiendo de eso el otro día.

- No les dirás, ¿verdad? – Georg sacudió la cabeza. – Las chicas me estaban diciendo que hay un chico...y que yo le gusto. – Él sonrió y asintió para que ella continuara.

- ¿Y? – Ella encogió los hombros. – Estoy seguro de que no sería el primero ni el único en la escuela. – Esto hizo que Josefine se pusiera roja. – ¡Oye, detente! – ella ya caminaba más lejos, intentando esconder su rostro de la mirada de su amigo. – ¿No es ésta tu casa? – Georg le preguntó de buen humor.

- Oh.- Ella se volteó y sonrió sin mostrar los dientes con vergüenza. – Sí. De hecho, esta es la construcción en la que resido. – Mantuvo la cabeza baja y miró hacia un lado, aun escondiendo sus sonrojadas mejillas.

- Tú casa. – Georg caminó con ella hasta la puerta y mientras ella la abría él volvió a poner la bolsa en su hombro, - aquí tienes.

- Gracias, Ge. – Se dijeron adiós y mientras su madre salía de la cocina Georg le gritó desde la acera en frente de la casa:

- ¡Es una pena; te ves tan guapa cuando te sonrojas!

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1. Who are you now? *Español* (Tokio Hotel/Tom Kaulitz fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora