1. Who are you now? *Español* (Tokio Hotel/Tom Kaulitz fanfiction)

Capitulo Diecisiete. Nadie conoce éste lugar como yo.

La cosa es que no he dormido nada esta semana, pero prometí capitulo y aquí está! Muchas gracias por sus comentarios y sus votos! 

¡Disfrútenlo!

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La verdad es que sí sentía algo por Matt que no podía nombrar ya que no nos veíamos muy seguido, pero cuando la campaña estuvo terminada él lo hizo obvio que iba en serio conmigo y mientras que Georg se fue poco después de que tuvimos nuestra segunda cita también era obvio que a Tom no le agradaba para nada, lo que me confundió.

Kate siempre estaba con él cuando iba a su casa. Se sentía extraño estar cerca de ellos cuando le hablaba a Bill acerca de algo que había sucedido en el trabajo o sobre mis pinturas que ya estaban terminadas y en Nueva York.

Ese día, tenía que comprar mi boleto para ir a España; iba a pasar navidad con mamá y su novio, y el año nuevo con papá mientras los chicos pasaban las festividades en Alemania.

Después de apartar mi sitio en el avión, revisé mis correos y leí el del dueño de la galería en Nueva York; le habían gustado mis pinturas y estaba feliz de ponerlas en exhibición el siguiente mes de Enero. Yo inmediatamente llamé el número que conocía de memoria, el número telefónico de Tom sin pensarlo.

- ¿Bueno? – Contestó el teléfono con fastidio, miré la pantalla del teléfono y me di cuenta de que la sonrisa de Tom era la foto del contacto al que había marcado y entonces noté que era muy temprano para llamar. - ¿Bueno? – Repitió.

- Hola Tom, ¿qué tal? – Me sentí tan estúpida; le había estado hablando tan poco desde que Kate entró en escena, y ahora aquí estaba yo jugando al tonto con Tom al teléfono.

- ¿Qué quieres? Estaba dormido. – Tom se quejó.

- Iba a llamar a Bill… - Mi confesión fue seguida por silencio. - ¿Tom?

- Sigo aquí. – Murmuró con desgano.

- Pensé que te habrías vuelto a dormir… - dejé escapar una risa. – De todos modos… ya aparté mi vuelo a casa y recibí un correo de Nueva York.

- ¿Ah, sí? – Estaba de malas pero preferí ignorarlo.

- ¡Sí, amaron las pinturas! – No podía esconder mi emoción. Era la primera vez que mostraban mis trabajos en una galería importante. – ¡Es que no lo creo; es como que por fin conseguí una recompensa después de tanto!

- Estoy feliz por ti. – Dijo, pero sonaba de todo menos feliz.

- ¿Seguro? – Sentí que los colores se me fueron del rostro cuando me inundó la confusión.

- Bueno, gracias Jo, me alegra que te rebajaras a mi nivel y decidieras llamarme, porque ya nunca lo haces, y tal vez por eso estoy feliz, porque al fin lo entendiste y me dejaste en paz.

- Tom, ¿con quién hablas? – Escuché la voz de Kate en el fondo y me permití tener un poco de dignidad.

- Al carajo. – Ni siquiera alcé la voz, solo colgué el teléfono y me volteé hacia Allison detrás de mí arreglándole el cabello a una chica joven. – ¡Es un idiota! – Le dije, con lo que ella estuvo de acuerdo.

Mamá estaba preciosa como siempre, la había abrazado por un largo tiempo cuando me abrió la puerta, le insistí en llegar a casa sola y la sorprendí al saltar en su puerta en medio de la bella tarde en Sevilla. Ella había vuelto a su empleo como contadora y como yo había oído tanto de Fernando – su novio – era un hombre un par de años mayor que mamá con cabello rubio y piel bronceada, por más extraño que te resultara ver a tus padres con otras personas, me alegró conocer al señor con quién mi madre se iba a casar.