Desahogo

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Todo lo que se podía sintonizar en televisión era el incidente en donde estuve involucrada. Cada canal, periódico y red social se inundaba de datos acerca del desgarrador suceso.

Lo triste de todo fue lo amarillista de la prensa, sacando siempre conclusiones erróneas, dando datos sin sentido y sacando todo de contexto. Al final trataba de escuchar lo menos posible, distraerme con cualquier cosa era algo que hacia constantemente.

La mayoría del tiempo Shota llevaba libros o cosas para mantener mi concentración en algo más sano. Siempre estuvo ahí conmigo apoyándome en todo, incluso cuando debía estar a solas con algún agente de la policía o una enfermera le costaba bastante salir. Se negaba por completo a retirarse, yo le insistí muchas veces que debía ir al colegio, no estaba bien que se ausentara tanto tiempo, pero él se negó rotundamente.

Ya habían pasado cuatro días desde que ocurrieron los hechos, todo ese tiempo lo había pasado hospitalizada. Era bastante cansino ya que la policía se involucraba demasiado, cada día asistían a mi habitación para hacerme interrogatorios constantes y de una duración agónica.

No me agradaba recordar ese día ni nada de lo ocurrido. Pero a pesar de todo, los recuerdos seguían tan frescos como la sangre de una herida reciente.

"Shota me cargó hasta una ambulancia que se encontraba a las afueras del establecimiento. Todo el sitio era un caos, lleno de patrullas, gente a montones y un que otro pro-hero.

Me aferre al cuello del hombre que me cargaba, incluso una vez dentro cuando intentaron colocarme en la camilla me negaba a dejarlo ir. Los paramédicos realizaban constantes preguntas, yo respondía lo mejor posible, el aturdimiento todavía presente provocaba que mis respuestas fueran inciertas.

Tomaron mis signos vitales, revisaban mis sentidos, además de palpar las heridas para calcular su gravedad. Una vez que llegamos al hospital no pude soltar la mano de Shota, él estuvo conmigo hasta que entré a una sala sumamente iluminada. Colocaron un respirador y el mundo se tornó negro.

Estuve varias horas en el quirófano, una vez que salí y pude retomar la consciencia me encontraba en mi cuarto de hospital. A diferencia de la mayoría este no era compartido, era privado y tenía una pequeña sala de estar en frente de la cama.

-Por fin despiertas amor.- Dijo el pelinegro de una forma tierna y lenta, como cuando hablas muy bajo para no despertar a un bebé plácidamente durmiendo. Tomaba mi mano delicadamente pero al mismo tiempo firme para evitar separarme de su lado.

Yo sólo pude sonreírle, me sentía demasiado débil para intentar si quiera decir una palabra. Después de un rato la puerta se abrió y entraron Woods y Mt. Lady. La rubia literalmente se abalanzó para abrazarme, me incomodó un poco debido a las heridas pero correspondí el gesto.

-Hay querida, de verdad me alegro que estés aquí- Dijo sollozando, se notaba el pánico que sufrió el tiempo que estuve ausente.

Miré al hombre árbol, él simplemente acarició mi cabeza, se notaba una profunda tristeza en su rostro.

-Perdoname pequeña, debí haber llegado antes- Su tono de voz rompió mi corazón.

Un hombre alto con rostro de perro entró junto con ellos pero yo apenas me había percatado de su presencia. A juzgar por su porte y apariencia tal vez se trataba de alguien perteneciente al cuerpo de policía.

Pensar nunca fue una opción [Shota Aizawa X Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora